¿A quién le dan pan que llore?

Dice el saber popular que "las penas, con pan son buenas", o que "con pan y vino se anda el camino", pero lo cierto es que más allá de los refranes y pretexto, a todos nos encanta este sabroso manjar.

Muestra de ello es la gran cantidad de expendios que se localizan en todos los rincones de Guadalajara y que ocupan las páginas principales de esta edición de PRIMERA FILA.

Conchas, orejas, campechanas, chilindrinas, ojos de buey, doraditas, empanadas, picones, cuernos, buñuelos, novias, polvorones, semas... los nombres son tan diversos y ocurrentes como las singulares y caprichosas formas de cada uno de los harinosos.

Intégrate a la ruta de panaderías de fama y tradición por los rumbos populares de Guadalajara, en las que puedes degustar estas horneadas delicias y conocer más de su historia.

De sabor y tradición En el siglo 16 se pusieron los primeros molinos de trigo por el rumbo del Agua Azul, para aprovechar el río que corría por la actual Calzada Independencia, y a la manera de los panaderos europeos, concretamente españoles, se elaboraba pan para la gente del Valle de Atemajac, según el investigador José Hernández.

A través de los años, la gente ha aceptado unos panes más que otros, y los mismos panaderos han hecho sus propias creaciones dándoles diferentes hechuras y sabores.

"Incluso el pueblo les llama de diferentes maneras, según la forma y el sabor; existen más de 50 formas diferentes de panes en Jalisco, y en los diferentes Municipios en donde elaboran formas y les dan nombres diferentes", comenta Hernández "Cada región tiene su propio sabor, como los picones, que en poblaciones como Cocula, Ameca y Encarnación de Díaz, están los mejores del Estado".

Comenta que existen distintos lugares que le dan esa sazón de antaño, como la Panadería Montes, por la Capilla de Jesús, donde los elaboran a la antigua.

Cada lugar tiene su propio sabor, argumenta por su parte Manuel Aguilera, propietario de Panadería Independencia (ubicada por Santa Mónica, a media cuadra del Mercado Corona), y no se puede decir que un país es mejor que otro o una región es mejor que otra; sin embargo, el clima de la Ciudad hace del pan tapatío algo particular y casi único.

"Tenemos privilegios porque estamos en la tierra del tequila y del birote saldado, porque nada más aquí se hacen, y el birote donde quiera que lo quieran hacer, no les sale igual, por las condiciones de clima y de agua", cuenta

PRIMERA FILA / Staff

Irresistible tentación en el lugar de la portada

La zona de Libertad y Robles Gil está inundada del irresistible aroma que proviene de La Panadería, que hornea sin cesar pecaminosas creaciones artesanales que impiden a los transeúntes pasar de largo sin asomar su nariz al interior de la tienda, o salir de ahí con las manos vacías.

Desde hace casi dos años, los panaderos de este local, realizan exquisitas baguettes ($7), hogazas ($30 a $35) y chapatas ($7) con distintos ingredientes, como hierbas finas, chipotle, jitomate deshidratado o distintos quesos gourmet, además de las focaccias y los panes de caja ($35 a $40), que son excelentes para un sándwich, y el pan ácido, en el que se sirven algunas sopas.

Los panes dulces varían por día, dependiendo de los ingredientes frescos que encuentren; pueden ser muffins de sabores, empanadas dulces y saladas ($12 a $17), éclairs o rollos de canela.

Recomendación: No puedes dejar de probar las empanadas

LA PANADERÍA: Robles Gil 286 / 3827-6264 / Lu a Sá, 9:00 a 20:30

[de tradición]

Más que variedad

Don Clemente Montes, ahora de 83 años, se inició desde la adolescencia como panadero, y junto con su esposa, conocida como doña Nicha, abrió una panadería para elaborar distintas delicias artesanales para gusto de los parroquianos del barrio de la Capilla de Jesús. A 50 años de distancia, la Panadería Montes no ha perdido en calidad y sabor de sus productos...

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