Entrevista / Patricia Campos González / Una mujer que abre brecha

AutorPedro Mellado

Mujer menuda, de pisada fuerte y carácter firme. Estudió Derecho cuando esa profesión todavía parecía reservada para varones, en estas tierras determinadas por el culto exacerbado al machismo.

Fue de una generación en la cual, durante su último año en la licenciatura en la UdeG, era la única mujer entre 60 varones.

Eran los años de una delirante violencia estudiantil. Del desbordado frenesí de una guerrilla intransigente y radical. La Federación de Estudiantes de Guadalajara alardeaba con las más refinadas expresiones del socialismo teórico y pistolerismo práctico.

El campus de Derecho era un privilegiado espacio político, en el que se dirimían disputas de la más diversa naturaleza.

En 33 años de transitar por los caminos del Derecho, la abogada y maestra, Patricia Campos González, ha logrado escalar la máxima cumbre en su profesión.

Es la única mujer que desempeña el cargo de Magistrada en el Tribunal de lo Administrativo del Estado, desde el 2007. En la historia de la entidad, fue apenas la quinta mujer que llegó a Magistrada en el Supremo Tribunal de Justicia, en 1991, donde se desempeñó en tres diferentes salas.

Fue juez a los 28 años de edad y Magistrada a los 35.

Considera que la justicia puede funcionar igual en manos de varones y de mujeres, siempre que jueces y Magistrados estén comprometidos con el servicio a la gente.

Su etapa más difícil en el Poder Judicial fue cuando se desempeñó como Magistrada de la Segunda Sala Penal, en el Supremo Tribunal de Justicia (1992-1993), pues mediante amenazas, pretendieron quebrantar su ánimo y torcer el rumbo de la justicia.

Le gusta tocar piano y su compositor favorito es Federico Chopin. De padres jaliscienses, nació en Colima un 18 de marzo. Su papá, empleado de la Secretaría de Recursos Hidráulicos, peregrinó con su familia por Puebla, Baja California Sur, Durango, Distrito Federal, Hidalgo, Michoacán y Pachuca, hasta asentarse en Guadalajara en 1971.

MUJER PIONERA

¿Cómo fue su paso por la UdeG, en una época en la cual muy pocas mujeres estudiaban Derecho?

Tuve el privilegio de tener compañeros que fueron muy respetuosos, muchos eran ya de segunda o tercera carrera, que iban a estudiar la licenciatura en Derecho. Eso propició un ambiente cordial con los más jóvenes. En el último año de la carrera yo era la única mujer entre 60 compañeros varones.

¿No había discriminación por cuestiones de género?

Nunca se sintió ese ambiente, todos eran muy respetuosos, todos nos juntábamos a estudiar, hacíamos equipo. Quienes fuimos compañeros en esa época nos la pasamos muy bien.

¿Cuál fue el ambiente profesional que usted encontró al empezar a trabajar como abogada?

Las mujeres éramos una novedad. Muy pocas habían abierto brecha. A mí me sorprendió que hubiese una mujer que era juez civil, Simona López de...

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