Felipe Díaz Garza / La muerte civil

AutorFelipe Díaz Garza

Por delante le escribo que la matanza de Tláhuac me parece injustificable desde cualquier punto de vista. No hay usos y costumbres, ni soberanía popular, ni derecho natural de los ciudadanos que valgan. Lo que sucedió el martes en San Juan Ixtayopan fue un crimen brutal amparado en el tumulto cobarde. Pero así como el linchamiento de los policías federales en Tláhuac es injustificable, me parece que puede ser perfectamente explicable y que, si queremos evitar que lo sucedido se repita, debemos explicarnos, hasta entenderlo completamente, los actos homicidas que hoy nos horrorizan y que fueron cometidos por personas como usted y como yo.

Debemos explicarnos bien y entender perfectamente esta explosión de violencia, para así dar con su detonador, pues no hay generación espontánea en el comportamiento criminal de la sociedad. Ese detonador ya gastado, se lo aseguro, es par de otros detonadores que están latentes, en algún lugar de México, esperando el momento de hacer estallar nuevos actos criminales, semejantes o peores que el de en San Juan Ixtayopan. Nuestra obligación, por un elemental afán de supervivencia personal más que por una vocación de servicio social, es encontrar esos detonadores y desactivarlos antes de que sus explosiones nos arrasen o arrasen lo que más queremos.

En esa dirección es que quiero encaminarlo escribiéndole que nuestro país vive, desde hace un buen rato, un clima generalizado de violencia y linchamiento. Así como no es necesario matar a una persona para que se muera, como me decía un porro amigo mío antes de que lo mataran por andar haciendo morir gente, no es necesario matar a una persona para lincharla. Además, el linchamiento moral es tan violento como el linchamiento físico y sus efectos destructivos son también iguales o mayores. De la misma manera que lo hace el linchamiento real, el linchamiento virtual propone que, a estímulos semejantes, reales o supuestos, deben corresponder reacciones semejantes. Le estoy escribiendo de prédicas ejemplares.

Igual razonamiento se puede y debe aplicar para los hombres y mujeres de San Juan Ixtayopan, para quienes el estímulo o los estímulos detonadores de su explosión criminal fueron los repetidos linchamientos de los que, durante prácticamente todo este año, hemos sido testigos y actores todos los mexicanos. Porque linchamientos han sido las persecuciones de que han sido objetos algunos personajes completamente disímbolos, pero homogeneizados por su notoriedad y por la...

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