El gabinete del dr. Caligari/ La evolución del sexo

AutorAlfonso Islas

Sin afán de convertir a la página de ciencia en un sitio porno, y para demostrar que la ciencia da para todos aquellos aspectos importantes de la vida, hoy damos un vistazo al sexo.

Consultando la enciclopedia, podemos advertir que sexo viene del latín sexus. Es usado para definir a la condición orgánica que distingue en una especie a dos tipos de individuos que desempeñan distinto papel en la reproducción.

El sexo es un carácter hereditario transmitido por los heterocromosomas o cromosomas sexuales los XX o los XY.

En múltiples especies se le llama macho al individuo que produce gametos masculinos pequeños y que están dotados de movimiento, espermatozoides en los animales y enterozoides en los vegetales.

Las hembras producen los gametos femeninos de mayor tamaño que los femeninos -para contener reservas-, y raramente dotados de movimiento, se llaman óvulos en los animales y osferas en los vegetales.

Se dice que el sexo determina el crecimiento y desarrollo del individuo, determinando la diferenciación anatómica durante el desarrollo embrionario y en la vida posnatal.

De acuerdo a lo anterior se establecen en los sexos masculino y femenino caracteres sexuales primarios, que son los propios del aparato reproductor y secundarios relacionados con la distribución de pelo y grasa en el cuerpo, el metabolismo, el distinto comportamiento etológico en los animales y psicológicos en el hombre.

Como en el chiste, todo lo anterior no cabe en la línea de la solicitud de inscripción a la escuela después de la palabra sexo; pero también, la larga- definición anterior es incompleta.

Como en las películas que no tienen final feliz, la vida nos muestra que las cosas relacionadas con el sexo tampoco son sencillas ni de happy ending.

Resulta ahora que Anne Fausto-Sterling, profesora de biología y de estudios de la mujer de la Brown University, relata en un espléndido artículo publicado en la revista The Sciencies (julio-agosto), editada por la Academia de Ciencias de Nueva York, que en los humanos (y seguramente en otras especies) no hay solo dos sexos, ni tres, es más ni cuatro, sino cinco sexos.

Lo anterior, obviamente, viene a complicar las visiones moralistas sobre el asunto, porque, por ejemplo, la Iglesia que ya no sabe qué hacer para condenar a los homosexuales gays y lesbianas, ahora con el enfoque de los cinco sexos seguramente la cosa se va a poner ardiente.

Pero que no cunda el pánico: los pájaros lo hacen, las abejas también; de hecho, una...

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