Gaceta del Charro / Maestros y no

AutorGermán Dehesa

La imagino. Es una especie de quimera tibetana. Los ojos en fuga rumbo a la nuca. La boca de Buda. El cuerpo acostalado y sin forma adivinable debajo de ese vestido carísimo que, usado por ella, parece ganga de Pericoapa. Las piernas avícolas y los zapatos finísimos que chacualotean en esas patitas. Es la profesora Elba Esther Gordillo que está firmando un documento ideado por ella misma. En él se autonombra "presidenta vitalicia" del SNTE. Eso es, pero es también una sentencia de muerte para la libertad, el progreso, la actualización y la eficiencia de miles y miles de maestros mexicanos. La maestra dice: tranquilos, mis niños, ya no se angustien más; bastará con que ustedes naden de a muertito y los aumentos salariales, los premios, las rezonificaciones, los privilegios y prebendas vayan llegando solitos: ¿qué no estoy yo aquí que soy su madre?

Quien me diga que exagero en el anterior y esperpéntico apunte es que no conoce a la Gordillo, o no ha leído todo lo que se le concedió al SNTE en la negociación que culminó hace dos o tres días. Les dieron todo sin que ellos ofrecieran nada a cambio. Éstas son las cosas que mantienen vivo y eficaz a nuestro nefasto sistema de sindicatos y a esa caterva de líderes impresentables que, por ejemplo, se dicen maestros y no serían capaces de comunicarles a los niños ningún valor, ni ningún conocimiento. No son maestros, ni son seres dignos, son secreciones de esa vieja loca que, como es capaz de cualquier perversidad política, se siente inteligente (¡háganme el c. favor!) y una suerte de reencarnación de la madrastra de Blanca Nieves. A punto estuve de escribir "pobres maestros", pero no es cierto, son los cómplices más eficientes de este volován con patas.

De otros maestros quiero hablar yo. Hoy es el día de los maestros maestros, los que no se acogen al amparo de ninguna lideresa, los que tercamente preparan sus clases, las imparten, se involucran con sus alumnos, los vuelven asunto propio, les buscan caminos y se los señalan, aplican sus exámenes, los revisan con justicia y cobran un salario más bien magro y poco digno...

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