Jaque Mate / Reforma fiscal

AutorSergio Sarmiento

"Tres caminos llevan a la ruina: las mujeres, el vino y los tecnócratas.

El primero es el más placentero, el segundo el más rápido y el tercero el más seguro".

Georges Pompidou

Cada vez escucho a más políticos decir que México necesita una reforma fiscal para que el Gobierno pueda recaudar más y, así, gastar más. Esa posición no sólo es miope sino peligrosa. Si el objetivo de la reforma es simplemente darle más dinero a la burocracia para aumentar su gasto, valdría más la pena no hacerla.

Es verdad que necesitamos urgentemente una reforma fiscal, pero no para aumentar la recaudación y el gasto público sino para volvernos más competitivos como país. Precisamos un cambio porque requerimos más inversiones para generar más empleos para los mexicanos.

Es cierto que una reforma fiscal que realmente aliente la inversión tenderá también a aumentar la recaudación. Pero no coloquemos el carro delante del buey. Lo importante no es recaudar sino volvernos más competitivos.

Los burócratas quieren más dinero para gastar porque con eso mejoran sus ingresos y prestaciones -ya muy superiores a los de la generalidad de los mexicanos- y, sobre todo, porque así aumentan su poder. Pero la gente común y corriente, esa gran mayoría silenciosa que no tiene acceso al mundo privilegiado de los presupuestos públicos, lo que exige desesperada es un mayor número de empleos y mejores remuneraciones por su trabajo. Pero para eso es indispensable tener nuevas inversiones.

Una reforma fiscal que realmente cumpla el objetivo de promover la inversión y el empleo debe reducir tasas, eliminar deducciones, exenciones y tratos especiales, y simplificar.

La tasa del IVA, por ejemplo, debe ser de 10 por ciento y aplicarse a todos los productos sin excepción. El nivel de 15 por ciento es tan alto que ni siquiera podemos aplicarlo en las fronteras, donde hay competencia externa, por lo que terminamos discriminando a unos mexicanos y beneficiando a otros por su lugar de residencia.

Pretender ayudar a los pobres exentando de impuestos los alimentos o las medicinas de los ricos es dispendioso e ineficiente. Los más pobres de nuestro país ni siquiera compran alimentos o medicinas en la economía formal, por lo que la exención del IVA se convierte en un monstruoso subsidio a la clase media. La experiencia nos dice que la mejor manera de ayudar a los más pobres es a través de apoyos directos, como se hace en el programa Oportunidades.

La tasa del impuesto sobre la renta debe bajar de...

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