Jorge Alcocer V. / Hombre de Estado

AutorJorge Alcocer V.

A Jesús Silva Herzog Márquez; abrazo solidario.

"A mí no me mientan la madre, sino el padre, pero igual duele, diputado".

Así me comentó el entonces secretario de Hacienda, Jesús Silva-Herzog Flores, con quien, a mediados de 1985, platicaba yo en su oficina en Palacio Nacional; fue él quien me contó la leyenda del fantasma de José Y. Limantour, que supuestamente se divertía haciendo funcionar, de manera imprevista y a deshoras, el elevador que mandó colocar en esa oficina a finales del porfiriato, uno de los primeros que hubo en la Ciudad de México.

Economista egresado de la UNAM, orgulloso heredero de la estirpe progresista de su padre, quien encabezó el comité técnico que en 1937 elaboró el estudio sobre el estado de la industria petrolera en México, Jesús Silva-Herzog Flores (1935-2017) fue un servidor público que durante su larga trayectoria puso siempre por delante el compromiso con las instituciones de la República y su amor por México.

Por su profesión, la mayor parte de su carrera pública transcurrió en los ámbitos hacendarios, aunque también se desempeñó como embajador en España y Estados Unidos de América. Al final del sexenio de Salinas, ocupó la titularidad de la Secretaría de Turismo, con el mismo entusiasmo y dedicación que años antes había puesto en la de Hacienda.

Sin duda que la etapa más intensa y complicada de su larga trayectoria pública fue, precisamente, su desempeño como secretario de Hacienda en la parte final del sexenio de José López Portillo, que lo designó en marzo de 1982, cuando ya se había desatado la crisis económica, provocada por la caída de los precios del petróleo y el posterior saqueo de las reservas de divisas del Banco de México, saqueo actuado y alentado por los banqueros privados.

Silva-Herzog Flores llegó al frente de la hacienda pública de México por una especie de compromiso entre el presidente saliente (López Portillo) y el candidato del PRI a sucederlo (Miguel de la Madrid); el compromiso no logró detener la feroz especulación contra el peso y los aumentos de precios que a pretexto de la devaluación se producían a diario. La situación desembocó en la nacionalización de la banca privada, el 1 de septiembre de 1982, y el...

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