Desde mi Ladera/ El matemático de la mecánica celeste

AutorJuan López

Si nos preguntásemos qué es lo que constituye el verdadero nervio de la biografía de Laplace, nos encontraríamos, sin duda, con la inteligencia como protagonista. La inteligencia ha sido una pasión moderna, especialmente francesa. Ha sido el motor seguro de la vida triunfante de Laplace en el momento que triunfan la ciencia físico-matemática, Francia y la modernidad clásica. Este período ascendente de la clase media europea, del espíritu científico y del saber ilustrado, se consagra en la Revolución francesa. Exactamente en esa fecha, que hace de Francia una nación republicana, cumple Laplace treinta años. Su carrera coincide con estos grandes movimientos de su siglo y a favor de su corriente. Hijo de unos pobres labradores de Normandía, alcanzará los títulos de Conde y de Marqués durante el Imperio y la Restauración; protegido en sus principios por unos vecinos ricos, llegará a Ministro y Senador; la ciencia que él cultiva con extraordinario éxito, representó el saber más sólido y reconocido de su tiempo. Es el tipo de gran talento que marcha de acuerdo con su época. De acuerdo con su época habrá que descubrir el significado de su vida y de su obra, en las cuales se reconoce todo un mundo.

Las dos posibilidades "antiguo régimen", que se ofrecían a los jóvenes ambiciosos en su carrera pública, según la famosa novela de Stendhal, "Rojo y Negro", eran las armas y la carrera eclesiástica. De los orígenes bastante oscuros de Laplace, que él mismo procuró olvidar, quedan estas dos palabras: militar y teólogo. Nacido en Beaumont-en-Auge, Calvados, en la primavera de 1749, el 2 de marzo, empezó sus estudios en la escuela militar de esta localidad. Allí mismo hizo también su primera ascensión: pasó de alumno a profesor de la escuela. Se sabe que destacaba entonces en las discusiones teológicas. "Se ignora -dice Fourier- por qué feliz rodeo pasó Laplace de la escolástica a la alta matemática. Esta última ciencia, que requiere una dedicación casi absoluta, atrajo y fijó su interés. Desde entonces, se abandonó sin reservas al impulso de su genio y sintió vivamente la necesidad de residir en la capital." Al abandonarse "sin reservas al impulso de su genio", llegó bastante joven aún, a París, y allí comenzó una carrera brillante, de trazo continuo, en la que cooperó no sólo su talento, sino también la coincidencia de su talento con los nuevos poderes sociales y políticos.

Asciende en la política, sobre todo desde el punto de vista de los honores. Nombrado Ministro el 18 Brumario por Napoleón, en 1814. Luis XVIII lo hace marqués. Se le critica su empeño y su modo de actuar en política, la adulación y el servilismo respecto de los poderosos del momento. Reaccionario y...

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