LA MUSA, EL ÁNGEL Y EL DUENDE / Educar, no fabricar

AutorSunny Montoya

En este mes, en el que se llevaron a cabo las preinscripciones, aparecieron cientos de anuncios en los diarios publicitando todo un caleidoscopio de opciones educativas. Basta con repasarlos un poco para darnos cuenta de cuáles son las prioridades en la educación, ahora que se vuelve a hablar del modelo educativo que queremos en este País.

El común denominador es la oferta de materias como inglés y computación; y nos prometen el desarrollo de inteligencias múltiples y de los valores.

No cabe duda de que los valores son el eje de cualquier proyecto educativo, ya que suponen el tipo de persona que queremos formar en nuestros hijos o alumnos, pero salvo esto, creo que lo esencial se está olvidando. La palabra educación se ha desgastado y su sentido profundo se pierde entre los oropeles cibernéticos e idiomáticos. Me preocupan mucho los pequeños de preescolar, 1 y 2 de primaria, porque es en esta etapa del desarrollo cuando se ponen los cimientos tanto del mundo cognitivo como del afectivo.

El niño, en esta etapa escolar tiene que aprender a relacionarse con su entorno, tanto físico como social, a leer y escribir, a iniciarse en el pensamiento matemático.

Para ello necesita entrar en contacto directo con el mundo que lo rodea, necesita oler la flor, acariciar la mascota, tocar la plantita y ver cómo crece; muchos de nosotros recordaremos aquel frijolito que pusimos en un vaso con algodón húmedo para seguir paso a paso su crecimiento, ¿ustedes creen que es lo mismo verlo en la Tablet?

De ese contacto que se da con todos los sentidos, con todo el cuerpo, nace la reflexión, para averiguar ¿por qué mi frijolito no creció y el del otro sí?, ¿qué hace que la flor tenga perfume y que el pelo de mi perro sea tan suave?

También aprende a manipular, en el mejor sentido de la palabra, su realidad, empezando por contarla; moviendo los objetos de un lado a otro reconoce sus formas y colores, al verlos y tocarlos. Es imprescindible que el pequeño se involucre con todo su ser. Pierre Faure, el gran educador, decía que la conciencia empieza por la planta de los pies, he ahí el primer autocontrol que el...

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