Rebanadas / La Clandestina: Sigilo y buen comer

AutorCony Delantal

A los ojos de los transeúntes pasa inadvertido. No hay mucho rastro de él. La gente llega ahí por recomendación y no hay un menú establecido, sino que la comida es espontánea. En un discreto lugar de Providencia, se dan cita el sabor y la buena cocina en un restaurante que se autodenomina La Clandestina. Esto sucede mientras el barullo de la calle es el único testigo de su existencia.

Es todo un concepto que creó Lorena Spamer y que tiene aproximadamente un año de operar, cuya intención es que la gente llegue ahí por recomendación. Y como el dicho dice que "entre gitanos no nos leemos la mano", no voy a revelar su ubicación para que siga el secreto que Lorena quiere mantener.

Lo que sí puedo decirles es que utiliza un departamento de la colonia para recibir a los comensales. Todo está adornado con pequeñas figuras pegadas a la pared y pintadas con el mismo color que el resto de la construcción. Es un lugar donde viejas puertas sirven de mesas y una televisión antigua es un bufetero.

Abundan las frases escritas hasta en los platos, sobre la mesa y en las paredes; pero lo que más llama la atención es esa manera de darse a notar, pareciera que no quiere que vaya mucha gente, pero lo cierto es que ya empiezan a conocerla.

En esta única ocasión no puedo detallarles todo lo que comimos mi marido y yo porque le daría pistas de quiénes éramos. Lo que sí les platicaré es que te recibe muy cálidamente luego de que te abre la puerta por el interfón y te explica el concepto.

Son siete tiempos más un postre que ella prepara al momento. Solamente tienes que anticiparle si eres alérgico a algo o si hay algún alimento en particular que no te guste. Incluso si estás por la zona y quieres llegar a comer, sólo le bastan 15 minutos antes para que hagas tu reservación.

Una vez adentro nos ofreció de beber. Tiene refrescos o agua sorpresa, así que te echas un volado esperando que el agua sorpresa sea de tu agrado; en nuestro caso lo fue, utilizó fruta fresca y unos vasos repletos de hielo para dar una bebida algo exótica y original.

Luego siguieron los siete tiempos. Eran pequeños bocadillos que terminabas en un dos por tres, pero te detienes para apreciar la manufactura y los ingredientes. Emplea pastas cocinadas con hierbas aromáticas como albahaca, o elementos más elaborados como paté de salmón.

En uno de los platillos intervino una sopa, como era la hora de la comida, la sirvió en pequeños recipientes y hasta en una tetera que usó como plato hondo. También...

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