Revela De la Madrid tensión por cardenismo

Las diferencias con el entonces Embajador estadounidense John Gavin, los desencuentros con la cúpula empresarial, la designación de Carlos Salinas de Gortari como candidato a sucederlo y las tensas horas del 6 de julio de 1988, entre otros momentos significativos de su gobierno, son relatados por el ex Presidente Miguel de la Madrid en su libro Cambio de Rumbo -escrito en colaboración con Alejandra Lajous y editado por el Fondo de Cultura Económica-, de próxima aparición.

A continuación presentamos extractos de distintos capítulos del libro.

Los subtítulos son de la redacción.

  1. Sucesión: La indiscreción de Federico

    El domingo 4 de octubre, a las ocho de la mañana, recibí en el Salón Carranza al presidente del partido, Jorge de la Vega Domínguez, al líder del sector obrero, Fidel Velásquez, al líder del sector campesino, Héctor Hugo Olivares Ventura, al líder del sector popular, Guillermo Fonseca. También se invitó al representante del Senado, Antonio Riva Palacio, al representante de la diputación priista, Nicolás Reynés Berezaluce, y, en representación de los comités territoriales, a Guillermo Jiménez Morales. Su arribo fue televisado. Minutos después nos dirigimos a la residencia "Lázaro Cárdenas", donde tuvo lugar el desayuno.

    De la Vega tomó la palabra. Señaló con toda formalidad que los seis "distinguidos priistas" que habían comparecido ante la dirigencia de nuestro partido tenían muy buena imagen ante la opinión pública, pero que Manuel Bartlett, Alfredo del Mazo y Carlos Salinas de Gortari eran los que inspiraban mayor simpatía. Conforme a lo acordado, terminó solicitando mi punto de vista al respecto.

    Le respondí de acuerdo con la solemnidad de la ocasión con unas palabras que ya tenía preparadas mentalmente. Después de felicitar al partido por la amplia auscultación realizada tanto en el nivel sectorial como en el territorial, dije que, en mi opinión, la persona más adecuada para abanderar al PRI en la próxima contienda electoral es Carlos Salinas de Gortari.

    Acto seguido le pedí a cada uno que expusiera su punto de vista sobre quién podrían ser el candidato ideal de nuestro partido. Todos fueron tomando la palabra y cada uno de ellos dijo que Carlos Salinas de Gortari es el mejor.

    Yo estaba preparado -porque siempre opero con las peores hipótesis para evitar las sorpresas desagradables- por si alguno de ellos se manifestaba de otra manera, en cuyo caso yo estaba dispuesto a razonar el asunto hasta convencerlo. Esto no ocurrió: todos se manifestaron a favor de Salinas.

    El arbitraje del Presidente de la República es acatado por los dirigentes del partido, porque conociendo sus diferencias desean evitar la división de nuestro instituto político. Existe un consenso muy amplio a favor de la preservación de un sistema fuerte, porque tememos hundirnos en conflictos internos que además nos harían muy vulnerables a las presiones externas. Por cierto, durante todo proceso sucesorio no percibí presiones externas incluido el gobierno de Estados Unidos. Tampoco de la Iglesia católica.

    A las nueve y cuarto, al concluir el desayuno, me comuniqué telefónicamente con Carlos Salinas. Le informé que en unos minutos le hablaría a Jorge de la Vega; le anuncié que le estaba enviando elementos de seguridad y sobre todo, le deseé éxito.

    Enseguida les informé a Luis Echeverría y a José López Portillo la decisión del partido. El ex presidente Echeverría me felicitó señalando que Salinas era la mejor opción. Fue entonces cuando me comuniqué con mi esposa para darle la noticia. Me desconcertó profundamente que Paloma se sorprendiera: me aclaró que Federico, el cuarto de mis hijos, le había dicho que Emilio Gamboa le había comentado el día anterior que sería Sergio García Ramírez. Le pedí a Paloma que inmediatamente me enviara a Federico para hablar con él. Continué con mis llamadas telefónicas. Informé tanto al General Arévalo Gardoqui, como al Almirante Gómez Ortega a fin de que los cuerpos armados supieran cuál era la decisión. Aproximadamente a las nueve y 25 Emilio Gamboa y Manuel Alonso irrumpieron en mi oficina para informarme que la radio estaba dando prácticamente como un hecho que el candidato sería Sergio García Ramírez, apoyada en un comunicado de prensa expedido por el Director de Comunicación Social de la Semip, en el que señalaba que desde temprana hora Alfredo Del Mazo, había felicitado al Procurador General de la República. Peor aún, Del Mazo fue entrevistado y radiofónicamente reiteró su felicitación.

    De inmediato le pedí a Gamboa que hablara con De la Vega para evitar cualquier equívoco y acelerar el anuncio oficial. A Alonso le pedí que se comunicara con los directivos de las estaciones de radio y con el líder de los trabajadores de la radiodifusión a fin de desalentar la noticia que estaban transmitiendo.

    Recibí a mi hijo Federico y le pregunté dónde, cuándo, a quién y por qué había dicho que el candidato sería Sergio García Ramírez. Me contestó que en la noche anterior en una fiesta en casa de su novia y en respuesta a una pregunta del padre de ésta, Jaime Camil, quién quería saber qué había oído le dijo que parecía que no sería su amigo, aludiendo con ello a Alfredo del Mazo -íntimo del señor Camil y de Federico-, y que había que cuidarse del Procurador quien estaba muy fuerte. Según Federico su convicción de que García Ramírez estaba muy fuerte se debía a que esa tarde le había hablado el subprocurador Luis Porte Pettit -quien lo busca con frecuencia- para decirle que "ya la habían hecho".

    Federico asegura que eso fue todo lo que dijo. Según su versión, Alfredo Elías, amigo del señor Camil y asesor de Alfredo del Mazo, le habló a Camil para preguntarle lo que había oído e informó de la respuesta a Alfredo del Mazo. Eso bastó para dispararlo.

  2. 6 de julio

    En la preparación de las elecciones destaca la reunión que tuve con el grupo de seguridad, compuesto por los titulares de las secretarías de Gobernación, de la Defensa Nacional, de Marina, las dos procuradurías y el Departamento del Distrito Federal. En ella, les di instrucciones para que el día de las elecciones salvaguardaran el orden, mantuvieran prudencia en el uso de la fuerza pública y, sobre todo, que no utilizaran fuerza militar sin una autorización expresa de mi parte. Les pedí también que me mantuvieran informado de manera constante.

    El día de las elecciones estuve acuartelado. Como a las 10 de la mañana fui a votar en compañía de mi familia y después regresé a mi oficina. Ahí estuve recibiendo los partes de los miembros del grupo de seguridad.

    También me mantuve en contacto con los gobernadores, para saber cómo se estaba desarrollando el proceso en los distintos estados. Recibí información de que sólo hubo incidentes menores, escaramuzas, pero no lo que podría llamarse auténtica violencia. A guisa de ejemplos, cabe mencionar que en Ciudad Juárez hubo un enfrentamiento entre 70 priistas y panistas, quienes fueron dispersados. En León, Guanajuato, a las 9:17 de la mañana se presentaron los representantes del pan en una casilla y señalaron que querían abrir las urnas, porque estaban seguros de que se encontraban llenas. A las 11 de la mañana, esas mismas personas trataron de quemar las urnas y fueron dispersadas por la policía, la cual consignó a dos de ellas, mismas que fueron liberadas ese mismo día.

    Como a las cinco y media o seis de la tarde, Manuel Bartlett me habló por teléfono y me dijo: "Estoy enterado de que se reunieron Clouthier, Cárdenas y Rosario Ibarra, con el fin de declarar que hubo un fraude generalizado en las elecciones. Ya me pidieron cita y los voy a recibir a las siete y media de la noche. Pienso decirles que considero su actuación como una gran irresponsabilidad, pues es increíble que aun antes de que cierren las casillas, ellos hablen de fraude".

    Un par de horas después llegó Francisco Rojas, de manera espontánea, para acompañarme. Por mi parte, mandé llamar a Miguel González Avelar y a Sergio García Ramírez. Estuve platicando con ellos y esperando a que se dieran los resultados preliminares de las elecciones que, como se había anunciado, todos esperábamos para las 11 de la noche.

    Como a las diez y media le hablé a...

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