Ricardo Elías / Mini vouchers

AutorRicardo Elías

Las letras chiquitas sólo sirven para meternos en problemas.

Al hablar de ellas, normalmente nos referimos a esos interminables párrafos que raras veces leemos en la mayoría de los contratos de machote que firmamos al adquirir muchos de los servicios y productos que necesitamos.

¿Y para qué sirve leer todos esos párrafos de letra chiquita, si lo que en ellos se establece no podemos cambiarlo ni hacer nada al respecto? O firmamos los contratos tal y como están impresos o no tenemos teléfono, cuenta de cheques o tarjeta de crédito.

Hasta ridículos nos veríamos si al ir a contratar por ejemplo, un teléfono celular, le dijéramos al empleado que nos atiende que nos modifique el inciso tal de la cláusula fulana del contrato que nos pide firmar porque en nuestro caso nos vendría mejor un plazo distinto u otras condiciones. Yo creo que si hiciéramos una petición así, el empleado simplemente se carcajea de nosotros.

Sin embargo, hay otras letras y números chiquitos que causan otro tipo de problemas y que sí se podrían modificar, pues no son parte de ningún contrato preestablecido: me refiero al tamaño de los números impresos en los vouchers de las tarjetas de crédito con que pagamos las cuentas y al de las letras en los menús de restaurantes.

Quien tenga una vista perfecta y pueda leer cualquier tamaño de letra con cualquier tipo de luz no comprenderá bien a lo que me refiero, pero estoy seguro que a todos los que sufrimos de ese mal llamado vista cansada, estos nuevos mini vouchers y el tamaño de las letras de los menús nos están causando ciertas dificultades.

Es ya un mal generalizado imprimir los menús con letras chiquitas y sobre fondos oscuros.

El diseño minimalista de la arquitectura de los nuevos restaurantes se ha malinterpretado en el caso del diseño gráfico de sus menús, en los que el tamaño de las letras de cada platillo que ofrecen es el mínimo posible.

El minimalismo no se refiere al tamaño de las cosas, sino a los pocos elementos (mínimos) que lo componen. Debe entenderse que el minimizar el tamaño de las letras de una carta de platillos no los hace minimalistas, los hace ilegibles; los hace minimalísimos.

Para los que no siempre traemos con nosotros lentes de aumento se vuelve imposible leer un menú en el que la descripción de una ensalada o una entrada parece la cláusula de un contrato machote.

Esto nos obliga a una de dos cosas: a pedirle a nuestra pareja que nos haga el tedioso y vergonzoso favor de leernos el menú, o a pedir...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR