SAN CADILLA / LA DOMINGUERA

El mejor fan del mundo

"Yo estoy a muerte con mi equipo"...

¿Cuántas veces no habrán escuchado esta frase?

Helmut Klopfleisch nunca jugó profesionalmente al futbol, ni quiso hacerlo, sin embargo, en Alemania es un ídolo para muchos, entre quienes pueden contar a un tal Franz Beckenbauer o a un mentado Karl Heinz-Rummenigge.

Lo que siempre tuvo claro es que era fan del Hertha Berlin, y por eso sintió que en 1961 su mundo se caía cuando, a los 13 años de edad, un muro lo separó de su equipo.

Difícil de creer en tiempos actuales, pero supongan que por motivos bélicos, políticos y de reparto de botín, levantan una pared que los separa del estadio del equipo del que siempre han sido aficionados.

A Klopfleisch no le quedó de otra que acudir los sábados a la parte de la barda más cercana al estadio a escuchar los murmullos que emanaban de la tribuna.

Le duró poco el gusto a él y a otros que lo acompañaron: el Ministerio para la Seguridad del Estado, mejor conocida como Stasi, la policía de inteligencia de la Alemania Oriental, se los comenzó a prohibir.

No era posible que el régimen que había quedado dominado por el bando soviético permitiera que sus ciudadanos rindieran culto a algo que representara a la Alemania Occidental.

Klopfleisch y sus amigos buscaron la manera de reunirse como una especie de porra clandestina; se citaban en cafés, bares y cualquier lugar que no levantara sospechas para intercambiar información de su equipo. En ocasiones tenían la suerte de que directivos o incluso técnicos del Hertha, que podían ir y venir, los acompañaran para platicarles las historias de primera mano.

"Los técnicos deben de haber pensado que éramos una bola de lunáticos. Les pedíamos que mantuvieran en secreto nuestras reuniones, pero a su regreso aparecía publicado en los programas que se habían reunido", contó el mismo Helmut al periodista inglés Simon Kuper.

Así que la Stasi prohibió estos encuentros y le puso más lupa a este grupo.

Klopfleisch creció y cuando tuvo edad comenzó a viajar a los países del bloque soviético, únicos que le permitían el régimen, para ir a ver a los equipos occidentales.

En los años 70, su amado Hertha visitó en Polonia al Lech Poznan. La Stasi reforzó la frontera para impedir que aficionados cruzaran masivamente.

Así que Helmut agarró su coche y se llevó a su madre al viaje; le dijo a los guardias que la llevaba a visitar a sus parientes polacos. Sólo así pudo disfrutar del juego.

Sin embargo, los agentes...

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