Sergio Aguayo / Ocurrencias

AutorSergio Aguayo

A la memoria de Jesús Silva-Herzog Flores.

México es tierra fértil para las ocurrencias de políticos y gobernantes. Algunas son risibles e inofensivas, otras nocivas, como la anunciada Ley de Seguridad Interior.

Regresemos una década. Felipe Calderón Hinojosa se dejó llevar por sus intuiciones y, en lugar de consultar a los especialistas sobre seguridad y crimen organizado, buscó la opinión de su gabinete y de los gobernadores y declaró la guerra a un enemigo que desconocía (Calderón lo reconocería tiempo después). Cuando empezamos a padecer las consecuencias del apresuramiento vinieron los parches y las correcciones sin que hubiera una política de Estado hacia las víctimas; esa guerra sigue lastrando la valoración de su gobierno y manchando las aspiraciones presidenciales de su esposa.

Calderón envió a los militares a los espacios públicos. Lo hizo porque tenía poco margen (eran, son la última reserva de institucionalidad de un régimen exhausto) y ejerció a plenitud la facultad que tienen los presidentes de usar las Fuerzas Armadas. Pasaron diez años y en diciembre de 2016 el general Salvador Cienfuegos hizo pública la insatisfacción acumulada porque la mayor parte de las policías locales siguen desorganizadas y corruptas, porque en 2017 les bajaron 3.9% su presupuesto y porque hay preocupación por posibles demandas por abusos a los derechos humanos. El Ejército exige una ley que dé "certidumbre jurídica" a su participación.

Por el mensaje del general, el PAN, PRD y PRI presentaron proyectos de ley. En febrero las tres iniciativas yacían en el congelador y el Ejército implementó una protesta inédita y drástica. En una reunión con la Junta de Coordinación Política de los diputados, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, les informó que las Fuerzas Armadas estaban replegándose en algunos estados. Estamos ante una huelga de "rifles caídos" o "tortuguismo bélico", comprensible por la debilidad de Enrique Peña Nieto y del presidencialismo.

La emancipación castrense sería plausible si tuviéramos un Congreso a la altura del momento. Desafortunadamente, las iniciativas huelen a ocurrencias nocivas porque embonan con otras medidas que están haciendo retroceder la transición. México ha cambiado y hay sectores con el conocimiento y la disposición para revisar críticamente la ley, al Presidente y a las Fuerzas Armadas.

Hay tres textos de 2017 sobre la Ley de Seguridad Interior que vale la pena revisar; son diversos...

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