Sugerencias del gourmet / Tormenta marina

AutorG.L. Othón

Estamos en Cuaresma y, como si fuese devoción, volcamos nuestro apetito hacia el mar y sus productos. Nada mejor que este calorcito incipiente que ya se deja sentir al mediodía para alentar la búsqueda de opciones de este tipo: cerveza fría y cocina del mar hacen una buena mezcla.

Tratando de buscar un sitio que nos ofreciera un nuevo punto de vista llegamos a Gamberi, ubicado en Eulogio Parra, muy cerca de López Mateos. Una zona propicia, ya que en los alrededores escasean las opciones a la hora de comer. Si alguno de mis lectores sabe de algún otro, le agradeceré que nos lo comparta. En muchas ocasiones y cuando se trata de mariscos, los puestos y carretas callejeras pueden darnos sorpresas respecto a calidad y buen sabor.

Digamos que Gamberi como marisquería se sale de la norma por su moderna estética.

Respecto al menú, éste está escrito en un muro que sirve de pizarrón. Cual si fueran los tentáculos de un pulpo, parecería que quiere alcanzarlo todo: tacos de pescado estilo Ensenada, clásicos cocteles, cebiches, aguachile, sandwiches, pasta con mariscos, pescado zarandeado y muchas otras preparaciones que, en proporción, son demasiadas para su cocina que es apenas un espacio reducido con un sólo hombre en la lucha.

Siempre he admirado los lugares que con poco hacen demasiado y aunque podríamos pensar que Gamberi es uno de esos casos, el resultado en la mayoría de los platillos degustados no fue el deseado.

Comenzamos con un par de cervezas y las tostaditas de atún fresco, un trío de montados en una pequeña tostada con mayonesa al chipotle, al que le sobreponen un cubo de atún marinado y un enorme cúmulo de poro frito; todo lo anterior se cubre con una potente salsa en la que se adivina soya, chiles verdes y mucho limón. El exceso de poro desarmonizó el bocado, y la abundancia de sal en el marinado lo arruina.

Seguimos con un par de quesadillas, una de marlin, otra de camarón.

Ambas suaves, llegaron en tortillas recién hechas y una adecuada ración de queso. La de camarón resultó más exitosa en balance, no así la de marlin, en la que al guiso de carne ahumada le faltaba sabor y le sobraba grasa. A destacar, sus tortillas, esas sí son todo un logro.

Con gran gula pedimos media orden de buffalo shrimps y un par de tostadas de aguachile rojo.

El aguachile nos pareció muy agresivo: las tiras de pepino que acompañaban a los mariscos estaban hasta reblandecidas de tanta inclemencia al reposar por horas en el jugo de limón y chile. Parecía que no...

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