Hasta la vista, amigos

AutorRubén Hernández

La vieja y consabida frase de "Me gusta como eres y no quiero que cambies" es una declaración femenina que siempre hay que tomar con desconfianza al principio de cualquier relación, y mucho más en la antesala del matrimonio.

Así se empieza. Las mujeres reconocen entusiasmadas nuestros gustos; pero la eufórica aceptación de todos los detalles que marcan nuestra identidad no son sino un lento y determinado movimiento cuyo principal objetivo es dirigirnos a la atención incondicional de su persona.

¿Parece exageración? Basta analizar como de la euforia ante cualquiera de nuestros movimientos se llega al cuestionamiento sutil y creciente de nuestras aficiones de fin de semana y, desde luego, de nuestros amigos.

Este último aspecto resulta uno de los más difíciles de superar. Y al considerar esto, siempre queda la imagen de algún gran amigo, compañero de estudios, sueños, ambiciones y correrías, que literalmente quedó tumbado en el panorama de las fraternidades en el bendito momento en aceptó la recomendación de su debutante esposa: "ese amigo no te conviene".

¡Cuánta fuerza llevan esas cinco palabras! ¡Claro que la conveniencia era lo último presente en esa amistad! Lo que ignoran las mujeres es que pocas veces los hombres vemos el lado 'conveniente' en nuestras amistades.

De cualquier manera, la regla parecería inquebrantable: el matrimonio lleva consigo la separación de muchos amigos que alguna vez hubieran parecido para toda la vida.

La cotidianidad del noviazgo y, a la postre, del matrimonio marcan la pauta. Se acabaron las salidas sabatinas, las reuniones para ver el futbol, las vacaciones planeadas hasta con un año de anticipación. Antes que ello, queda el creciente compromiso de diseñar los tiempos en función de nuestra compañera, pues las alternativas son aún más terribles.

Nada más grave que intentar hacer coincidir a los grandes amigos con la nueva estrella del panorama sideral. Grave error. Todo aparentemente puede resultar bastante diplomático y gratificante. El problema llega cuando...

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