Eduardo Caccia / Anatomía del ¡fuaaá!

AutorEduardo Caccia

La anécdota es banal per se. Un borrachín es videograbado haciendo el ridículo en la calle; alguien decide compartir el video por las redes sociales y el tipo se convierte en tópico nacional, esa forma exprés de popularidad que ha reducido el tiempo que se requiere para ser famoso, algo así como ser celebridad de microondas.

La pregunta, que debería interesarle a todo político en campaña y su equipo de estrategas, es: ¿qué fórmula funciona tan bien para esparcir como plaga el conocimiento de uno, y su filosofía? ¿Cómo convertirse en el trend topic de Twitter y estar en boca de millones?

Julio Segura, mejor conocido como "El Fuá", es un ejemplo de que bajo las condiciones idóneas, un mensaje se contagia viralmente. Alcoholizado pero sin perder elocuencia, frente a la cámara como si fuera su oportunidad de vida, Segura lanza su grito de batalla desde el estómago, mientras invita "a dar el ¡Fuaaá!", expresado, según sus propias palabras, como una forma de "aventar energía al universo", dar un esfuerzo adicional "cuando nos estemos enfrentando a la adversidad".

Independientemente del lado cómico con que mucha gente tomó el episodio, lo sorprendente del caso es que las palabras de Julio Segura, dichas en otro contexto, serían dignas de un líder político, empresarial y hasta religioso; figuras preparadas que a pesar de su altura intelectual, nunca han sido capaces de crear un concepto con tal fuerza expresiva, y de contagio, como el "Fuaaá".

Decía Charles Bukowski, "Un intelectual dice una cosa simple de un modo difícil. Un artista dice algo difícil de modo simple."

Segura lejos está de ser un artista, pero tuvo el don de comunicar algo profundo en una forma simple. Encarnó el sueño de todo publicista y comunicador, y fue mucho más lejos al pregonar que "la filosofía del Fuaaá es lo que la vida te exige para dar vida a los demás". Muchos etiquetaron esto como "revivir a los muertos" cuando el hombre le explica a los paramédicos que lo rodean que no hay que darse por vencidos frente a una persona que acaba de fallecer.

Algo hay de cierto: los niños y los borrachos siempre dicen la verdad; lo que no es tan evidente es que no todos quienes los escuchan son capaces de dar sentido a esa verdad, en gran parte por la forma en como es expresada y por el poco grado...

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