Meridiano/ 2002: Año mosca muerta

AutorDavid Peñalfaro

En materia económica, el 2002 fue un año falso y doble cara con ciertos tintes de hipocresía. Año digno de aventar con certero tino al centro del cesto de basura. Definitivamente el 2002 no será recordado con cariño por muchos mexicanos, ya que se encargó de darnos una que otra trastada. Resultó, para decirlo en pocas palabras, un año mosca muerta.

Al 2002 le pasó algo parecido que a Vicente Fox en su sexenio: comenzó con muchas alharacas, promesas y fuegos artificiales, pero poco a poco se fue desinflando hasta enseñar con toda claridad el cobre. Hace 12 meses se cantaban loas al Año Nuevo, ya que se pronosticaba que ¡al fin! era el año de la recuperación económica en el que se daría carpetazo a la crisis que tristemente venimos arrastrando desde 1995, creíamos que el Producto Interno Bruto iba a dar un salto espectacular, que se iban a crear muchos empleos, que la inflación continuaría controlada y que en general, dejaríamos la dolorosa crisis como fardo en el camino; Sin embargo, ¡triste realidad!, nada de eso sucedió.

He de confesar que fuimos muchos los que nos dejamos llevar por el arrebato y por el espejismo. Recuerdo que hace poco más de un año, participé, junto con otros economistas, en una mesa redonda en un programa radiofónico, y en ella se trataba de dilucidar cuál sería el mes del año en que iniciaría la recuperación económica. Algunos dijeron marzo, otros julio, los más pesimistas agosto, pero la verdad es que todos caímos en la ilusión.

Efectivamente, estimado lector, el tiempo en materia económica nos dio gato por liebre y le dijimos adiós al 2002 con un sabor más bien amargo en la boca. Terminó el año con la más alta cotización del dólar con relación al nuestro peso en los 12 meses, con disturbios en carreteras del norte del país por la entrada de nuevas disposiciones del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio, y con metas económicas no cumplidas por primera vez en muchos años. En este sentido, el famoso 3 por ciento de inflación que se pronosticaba hace un par de años para este 2003 quedará tan sólo como un vago recuerdo de la buena disposición que algún día tuvo el Banco de México.

Aparte de lo anterior, son dos tragos amargos, difíciles de pasar, los que me deja el 2002. Me refiero primero al intento fallido por construir un aeropuerto en la Ciudad de México, en el cual un pequeño grupo de personas enfrentadas con el Poder Ejecutivo paralizó al gobierno del Cambio, mostrando cómo se pueden detener proyectos...

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