Empresa/ Abonos fáciles

AutorAlberto Barranco Chavarría

El epicentro del terremoto que amaga con la quiebra de al menos la mitad de los ingenios existentes en el país, se ubica en la obstinación del ex Presidente Carlos Salinas de Gortari en privatizar por privatizar el esquema, bajo el argumento de integrar los eslabones de la cadena de la industria, en la antesala de la firma del Tratado de Libre Comercio.

Del campo, pues, a las plantas productoras de refrescos, en un frente común ante la insistencia de Estados Unidos en ubicar rendijas para su producción de alta fructosa como sustituto del dulce.

La puerta se abrió tan ancha, que a contrapelo de la exigencia de rabioso contado con que se pactó la desincorporación de la inmensa mayoría de empresas y entidades públicas en el boom, para las instancias productoras de azúcar habría la posibilidad de abonos fáciles... solventada la operación por la Financiera Nacional Azucarera.

Más aún, en afán de colocarle una cereza más al pastel, el Gobierno puso en la mesa un compromiso de liberación en el corto plazo del precio del edulcorante, lo que a su juicio rompería el cuello de botella que había colocado en situación difícil a la mayoría de los ingenios públicos.

El único requisito, en tal caso, es que los compradores aceptaran la integración de paquetes mixtos, es decir, parte triple A, digo en función de la calidad de las existencias... y parte en ruinas.

La paradoja del caso es que a la vuelta de los años, los ingenios que menos problemas enfrentan hoy son justo los que cubrieron su costo casi inmediato... y los que optaron por caminar al margen de las refresqueras.

Los ejemplos más nítidos los representan el Consorcio Azucarero Escorpión de Enrique Molina Sobrino, cuya deuda con el Gobierno asciende en este momento a 3 mil millones de pesos, al margen de los mil 200 que le reclaman los trabajadores cañeros de su parte en la zafra del año pasado, y el Grupo Azucarero Mexicano de Juan Gallardo Thurlow, en suspensión de pagos...

Ambas instancias han sido separadas contable y operativamente, por cuestiones de contaminación financiera, de las embotelladoras de Pepsi Cola a que se habían integrado al inicio de la apuesta.

Y es que, en una inaudita cadena de absurdos, el problema de caja derivó en un alud que terminaría por sepultar a la propia Financiera Nacional Azucarera, luego de dos años de cerrar sus ventanillas de préstamos para dedicarse en estricto a ubicar de lo perdido lo que aparezca de las facturas de la privatización.

Incumplida la promesa...

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