Abril Alcalá Padilla / Congruencia

AutorAbril Alcalá Padilla

El candidato López Obrador, en su persistente ambición por ser Presidente de la República, implantó en la conciencia colectiva un concepto que denominó: "La cuarta transformación de México", una especie de solución mágica que acabaría por decreto todos los problemas de México al primer minuto de tomar posesión de la Presidencia. Dicho concepto abarcaría todos y cada uno de los rincones y escalones de la administración pública federal y como en los tiempos de los antiguos profetas, sus veinte escogidos -aquellos que fueron llamados a purificar las Secretarías de Estado con la salvación "obradorista"- serían los primeros en encarnar los más altos estándares de la transformación pública prometida a los mexicanos en la pasada campaña.

El error que cometen algunos profetas políticos y sus seguidores es pretender que con prácticas del pasado se puede construir futuro; desprecian la evolución histórica de los pueblos y pretenden hacer creer que todo lo que sucedió antes de ellos no sirve, y todo lo que venga después de ellos es lo único verdadero. Esto desafortunadamente no es nuevo en la historia de México, ya lo hizo Iturbide quien, en su transformación, desechó las bases de la República propuesta por José María Morelos y fundó su imperio; Porfirio Díaz mandó al sueño de la simulación las Leyes de Reforma y los jefes de la Revolución ignoraron completamente el espíritu de democracia e igualdad de Francisco I. Madero.

La transparencia en el Gobierno en nuestro País es uno de lo más grandes frutos del periodo de la alternancia, se ha constituido como la oportunidad de acercar al gobierno con los ciudadanos y a los ciudadanos con el gobierno. Evita los dobles discursos, como aquellos de triste memoria como: "defenderé al peso como un perro", o "no te preocupes, Rosario" o el reciente "no puede haber gobierno rico con pueblo pobre".

En un país de libertades como el nuestro, cada persona puede disfrutar del fruto de su trabajo como mejor le plazca, incluyendo, por supuesto, a los servidores públicos. Sin embargo, en nuestro ejercicio debemos de velar en todo momento y en todo lugar, por la dignidad de nuestros cargos y de las instituciones que integramos, principalmente, porque representamos a México y a los mexicanos. Es entonces muy desafortunado que la persona que ocupa el segundo cargo más importante del País haya omitido en...

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