Adiós a placeres mundanos

AutorClarisa Anell

Encontrar al príncipe azul y convertirse en su esposa es todavía el anhelo de muchas plebeyas en el mundo. Pero al descubrir que portar una corona y vivir en un castillo implica renunciar a placeres mundanos y someterse a un rígido protocolo, ese sueño puede cobrar tintes de pesadilla.

Pero todo parece indicar que el amor de Kate Middleton por el Príncipe Guillermo es tan grande, que está dispuesta a acatar las prohibiciones y ajustes que conlleva el pertenecer a la realeza británica... Algo que muchas británicas no harían, según una encuesta Así, para empezar, como esposa del futuro Rey de Inglaterra, tendrán que referirse a ella con su título oficial, el cual podría ser Su Alteza Real la Princesa de Guillermo de Gales o cualquier otro que la Reina Isabel II le otorgue. Nada del cariñoso, pero informal Kate. Ahora es Catalina o Señora.

La sonrisa extrovertida que ha mostrado en más de una ocasión también deberá ser contenida, así como sus comentarios, sobre todo los relacionados con tendencias políticas, sexualidad, temas sociales y todo lo que revele datos de su vida personal.

Está obligada a poner más cuidado en su apariencia, deberá mantenerse alejada de todo lo que implique polémica o escándalo, y su arreglo personal no puede ser muy llamativo ni generar halagos excesivos, pues sería considerado como exhibicionismo.

Para aprender todo el protocolo ya recibe instrucción de Sir David Manning, quien asesoró al Primer Ministro Tony Blair y se encargó del aleccionamiento de los Príncipes Guillermo y Enrique, indicó The Mirror.

Aunque no se conoce el programa exacto, el experto en los usos y costumbres reales se encarga de instruir a Kate en la historia de la casa real británica, su relación con las demás monarquías y la política exterior para que no cometa deslices.

Hay, sin embargo, otros ajustes que la prometida de Guillermo vivirá en aspectos más cotidianos. Por ejemplo, si Kate disfrutaba de comer ostras, deberá eliminarlas de su dieta, pues su nueva familia las tiene prohibidas por el temor de envenenamiento.

Además, deberá calcular el tiempo que dedica a ingerir sus alimentos cuando comparta la mesa con la Reina, pues en cuanto ésta deja de comer, es una regla que el resto de los comensales deben detenerse también.

Puede divertirse, pero...

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