Adolfo Aguilar Zinser / De elecciones e ilusiones

AutorAdolfo Aguilar Zinser

Las diferencias partidistas e ideológicas entre demócratas y republicanos son como un abanico que se abre en tiempos electorales, cuando la búsqueda del voto los aparta, y se cierra en la conducción del gobierno, cuando los imperativos de la realidad y las opciones disponibles los acercan. Las tareas del gobierno estadounidense tienden desde hace tiempo a resolverse en un rango de opciones más o menos estrecho. Si bien hay ciertos postulados político-ideológicos que se supone validan la existencia de un régimen bipartidista -como son el tema de los impuestos, el gasto en seguridad social, la tolerancia a la diversidad, o asuntos de conciencia como la religión, el aborto o la homosexualidad-, en la práctica, demócratas y republicanos se intercambian frecuentemente de camiseta, y hay al interior de los dos partidos corrientes y puntos de vista que rompen regularmente con los paradigmas que supuestamente los distinguen. En última instancia y más allá de sus colores y de las inclinaciones liberales o conservadoras, la clase política estadounidense comparte intereses fundamentales y se adhiere en su conjunto a una visión común del papel hegemónico de los Estados Unidos en el mundo. En el ejercicio del poder, demócratas y republicanos se unifican en torno a determinados designios políticos, económicos y militares, defienden y propugnan las convicciones patrióticas y los impulsos de supremacía y dominación que les son comunes. Desde esta perspectiva las elecciones presidenciales se han convertido más en un certamen de personalidades y estilos, que en una lucha entre proyectos alternativos claramente diferenciados. En la práctica y en la mayor parte de los temas, la continuidad entre los gobiernos de un partido a otro es más común que las rupturas. Sin embargo, algo ocurrió después del 11 de septiembre del 2001 y en esta ocasión las elecciones presidenciales sí ofrecen la oportunidad de optar entre dos propuestas distintas.

No se trata de un verdadero enfrentamiento ideológico entre dos proyectos de gobierno o de país diametralmente diferentes. La alternativa frente a la cual están los electores, no es escoger entre un arreglo social genuina y consistentemente liberal y otro francamente conservador. No, se trata de reubicar con John Kerry a la política estadounidense en sus cauces normales, en el espectro de opciones y posibilidades dentro de los cuales se ha ubicado ya desde hace varias décadas o seguir con George Bush por la bifurcación, la ruta...

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