Se aferra Carlos a la esperanza

AutorRebeca Herrejón

Carlos Alberto Flores Ramírez, de 27 años, sabe que debe aferrarse a la esperanza.

No sabe leer ni escribir, pero el joven, oriundo de Jocotepec, Jalisco, sabe que siempre hay una buena noticia entre todas las malas.

"Hay muchas esperanzas", dice sobre un tratamiento de quimioterapia que inició en noviembre del 2010.

En ese entonces, Carlos Alberto y su mamá, María Teresa, llegaron a Guadalajara, provenientes del Hospital General de Campeche -ciudad en la que estaban trabajando-, pues los médicos habían diagnosticado leucemia.

"Empezó con mucho cansancio, mucho agotamiento porque sudaba demasiado con tantito, se cansaba al caminar muy poquito, sangraba de las encías y volvió el estómago, como si fuera coca", recuerda su mamá.

El tratamiento se trasladó a Guadalajara porque era más sencillo procurar las visitas frecuentes al hospital.

Desde entonces, Carlos Alberto ha recibido quimioterapias y radiaciones para tratar de eliminar las células malignas de su cuerpo, aunque hace unas semanas las suspendió, debido a un cuadro gripal.

Para continuar, la familia necesita recursos. Cada quimioterapia, además de los estudios, material y otros enseres, cuesta entre 3 mil y 5 mil pesos semanales.

Por ahora, el único sostén de la familia es Enrique, papá de Carlos Alberto, quien trabaja montando y desmontando juegos mecánicos en las ferias.

Por su labor recibe, en promedio mil 500 pesos a la semana, que reparte entre los gastos de la casa en Jocotepec, el tratamiento médico de su hijo y las necesidades de hospedaje y alimentación...

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