África adolorida

AutorHugo Hernández

África ofrece el origen y el pretexto a dos de las cuatro recomendaciones de esta semana. Las propuestas pasan además por la cotidianidad en pareja según un coreano y la infancia entrañable según un francés. Variedad no falta, así, para diversos gustos.

- Hahaha

De: Hong Sang-soo

Corea del Sur, 2010

Premios: Una cierta mirada en Cannes

Un director de cine se apresta para abandonar Seúl con rumbo a Canadá. Se encuentra entonces con un viejo amigo que, además, es crítico de cine. Entre tragos descubren que recientemente ambos estuvieron en un pueblo cercano al mar y que compartieron más de lo imaginaron. El coreano Hong Sang-soo regresa sobre sus constantes y procedimientos y propone una historia que explora relaciones de pareja que no son muy serias y que se ventilan en largas charlas y comidas. Y, fiel a su costumbre, tampoco faltan algunas dosis de humor. Las opiniones se dividen con relación al resultado, pero coinciden en la pertinencia y oportunidad del comentario que se hace sobre la falta de compromiso en las relaciones contemporáneas.

- Un hombre que llora

De: Mahamat-Saleh Haroun

Francia, Bélgica, 2010

En Chad, un sexagenario encara la adversidad: trabaja en un hotel que es adquirido por chinos y debe dejar su puesto a su hijo; además, para financiar la guerra civil, el gobierno le exige dinero... o a su hijo. El chadiano Mahamat-Saleh Haroun apuesta por seguir la relación entre un padre y su hijo como medio para exhibir la hostilidad que padece África de forma recurrente. Como en Hotel Rwanda (2004), la apuesta por explorar la Historia a partir de una historia familiar es provechosa por emotiva, y porque consigue establecer un puente con espectadores de todo el mundo.

- Rag Tag

De: Adaora Nwandu

Nigeria, 2006

Rag y Tag se conocen en Londres cuando tienen ocho años. El primero es de ascendencia india y el segundo de origen nigeriano. Las circunstancias los separan, pero se reencuentran en su juventud... cuando ya todo parece separarlos. A partir de un guión suyo, la cineasta de origen nigeriano Adaora Nwandu propone una historia que pone en evidencia las contradicciones y contrariedades del mundo globalizado, que borra ciertas fronteras mientras hace que otras sean (casi) infranqueables. Queda claro, eso sí, que las miserias humanas no reconocen fronteras.

- La gloria de mi padre

De: Yves Robert

Francia, 1990

Después de ser un reconocido maestro, el francés Marcel Pagnol escribió dos hitos de la literatura francesa, "Jean de...

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