Agitador de conciencias

AutorIsrael Sánchez

Para José Mario Molina Pasquel y Henríquez, cuyo nombre se inscribió con letras doradas en la historia científica de México y el mundo al ganar el Nobel de Química en 1995, las cosas parecían predefinidas desde un principio.

Su fascinación por la ciencia lo desbordaba antes de entrar a la secundaria, según compartiera él mismo en una semblanza autobiográfica.

"Aun recuerdo mi emoción cuando vi por primera vez paramecios y amibas a través de un microscopio de juguete más bien primitivo", escribió el ingeniero químico y doctor en fisicoquímica.

La determinación por ser investigador en química le llegó en su pubertad, la cual guió y modeló la vida del único Nobel mexicano de ciencias, cuya vocación sólo se vio interrumpida ayer, en cuanto cesó de latir el corazón del científico a sus 77 años, como informaran el centro de investigación y promoción de políticas públicas que lleva su nombre, Centro Mario Molina, y la UNAM, su alma mater.

Con la extraordinaria casualidad de que su fallecimiento en su casa en la Ciudad de México acaeciera el mismo día en que se anunció el Nobel de Química 2020, a un cuarto de siglo de que dicho galardón recayera en él.

El máximo honor de la ciencia se lo granjearon las investigaciones...

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