Niños agresivos

AutorRamón Clériga

El problema de la agresividad infantil es uno de los que más preocupan a padres y maestros. Frecuentemente nos enfrentamos a niños agresivos o rebeldes en exceso y encontramos dificultades para incidir en su conducta.

Un diagnóstico a tiempo mejora siempre una conducta anómala que habitualmente suele evidenciar otros problemas psicológicos en la adolescencia o en la edad adulta, como el fracaso escolar o la conducta antisocial.

El comportamiento agresivo complica las relaciones interpersonales que se establecen a lo largo del desarrollo y dificulta la convivencia.

Ciertas manifestaciones de agresividad son admisibles en una etapa de la vida, por ejemplo, es normal que un bebé se comporte con gritos o berrinches; sin embargo, estas conductas no son adecuadas en etapas posteriores.

Definiendo el concepto

Hablamos de agresividad cuando se provoca daño físico o psíquico a una persona u objeto. En el caso de los niños, la agresividad se presenta generalmente en forma directa, ya sea en forma de violencia física, como golpes, empujones, o verbal, insultos, palabras o gestos soeces. Pero también podemos encontrar agresividad desplazada, cuando el niño agrede al dañar objetos de la persona que ha sido parte del conflicto o agresividad contenida.

Las teorías se engloban en las llamadas activas, que sitúan el origen de la agresión en los impulsos internos, lo cual significa que la agresividad es innata, y las denominadas reactivas, que ubican el origen de la agresión en el medio ambiente que rodea al individuo.

Pero más allá de esto, lo que fácilmente observamos es que la frustración leve o mayor facilita la agresión y que la modalidad de su expresión es por la observación e imitación de la conducta de modelos agresivos.

Habitualmente cuando un niño expresa una conducta agresiva es porque reacciona ante un conflicto que principalmente, puede resultar de: -Problemas de relación social con otros niños o con los mayores al no satisfacer sus deseos.

-Problemas con los adultos surgidos por no querer cumplir las órdenes que éstos le imponen.

-Problemas con adultos cuando éstos les castigan por haberse comportado inadecuadamente o con otro niño cuando éste le agrede.

Pero cualquiera de estas contrariedades provoca en el niño sentimientos de frustración que le hacen reaccionar y la forma que tenga de responder dependerá de su experiencia previa particular.

El proceso de aprendizaje al que está sujeto el niño, especialmente durante sus primeros 6 años, no...

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