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AutorMiguel González

¿Por qué Ian Curtis decidió ahorcarse?

Quizás ni él supiera a fondo la razón, agobiado como estaba por conflictos emocionales y enfermedades de difícil salida.

Y si acaso lo sabía, lo cierto es que aquella noche del 18 de mayo de 1980 lo hizo en el momento cumbre de su incipiente carrera.

Pocas veces un artista logró tanto con tan poco. Al frente de una banda sin formación musical en el Mánchester de fines de los 70, el clase mediero y solitario Curtis acabaría por ser un referente para decenas de grupos en busca de trascendencia y para jóvenes en los momentos críticos de la existencia.

Instruido en la lírica de David Bowie y Lou Reed y en la prosa de Kafka, Sartre, Burroughs y Hesse, aquel joven rubio y larguirucho amaba leer y escribir por encima de todo. Tenía 18 años cuando atestiguaba la eclosión del punk a ambos lados del Atlántico y de pronto conoció a unos amigos y formó una banda: Warsaw. Tiempo después admitirían que no sabían cantar ni tocar, pero qué importaba; no eran los primeros.

Al año siguiente Curtis se casó con su novia, Deborah, a los 19. Vivía con rapidez. Y si acaso esa no era su intención, así le sucedería.

Warsaw daría paso a Joy Division, nombre extraído del nazismo, aunque cobró una dimensión distinta en la escena rock.

La profunda y cavernosa voz de Curtis, aunada a movimientos cuasi mecánicos y al puntilloso ritmo del cuarteto que completaban Bernard Sumner (guitarra), Peter Hook (bajo) y Stephen Morris (batería), no tardó en levantar un culto que a la fecha perdura. El público no despegaba los ojos del frontman, víctima de una fatídica epilepsia y quien trataba de cumplir su papel en cada concierto de la manera más profesional.

Pero era una fachada. Al otro lado del muro el cantante se derrumbaba presa de las convulsiones y del estrés por la creciente fama. Sus letras daban cuenta de la desolación, vacío y frustración, lo cual tenía sentido pero nadie acertó a descifrar.

En 1979 la vida de Curtis aceleró en forma vertiginosa. Nacía su hija, Natalie, su vivo retrato. Aparecía el primer disco de Joy Division, Unknown Pleasures. Los shows llovían por todos lados y su salud empeoraba. Además, surgió una tercera en discordia, una joven periodista llamada Annik. El caldo de cultivo estaba listo.

Mientras los fans disfrutaban "She's Lost Control", "Isolation" y "Transmission" en la radio, en la tornamesa o en directo, Curtis quedó atrapado entre la familia que fundó y su compañera sentimental; entre la banda y la...

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