Alberto García Ruvalcaba / Atajar la corrupción sin moralina

AutorAlberto García Ruvalcaba

Nadie puede negar que la corrupción es uno de los grandes problemas de nuestro país. Pero atribuir su causa a una falla moral es un error de diagnóstico insuperable que extravía los intentos de combatirla. La estrategia de AMLO, por ejemplo, es el contagio moral. Según su tesis la integridad escurriría por ósmosis de arriba hacia abajo una vez que él ocupe la silla presidencial. Aun haciendo de lado esa propuesta inverosímil de política pública, resulta claro que el problema de la corrupción merece un análisis diferente. Los tipos de corrupción que permean nuestra vida pública y privada pueden ser entendidos de acuerdo a estándares racionales e incentivos económicos.

Cuando una persona abandona la economía privada para convertirse en funcionario público durante un trienio o sexenio, pierde parte o todo el capital tangible e intangible que había acumulado durante su carrera laboral. Al finalizar su cargo público no podrá recuperar sino con mucho esfuerzo y tiempo la red de clientes o proveedores que tenía al comenzar su vida pública, pues lo normal es que aquellos habrán encontrado un nuevo proveedor para sustituirlo. Bajo esas circunstancias es comprensible racionalmente que el individuo valore y anticipe esa pérdida y busque una compensación, por otro lado legítima. Desde un punto de vista económico no deberíamos juzgar el móvil de esos actos de corrupción como inmorales, sino como actos de justicia privada frente a un expolio de la función pública.

La comprensible dependencia económica que se crea entre el funcionario y el erario público explica también por qué, ante el riesgo de no continuar en su puesto, buscará "acomodarse" en la siguiente administración ("el hueso"). Algo que sólo frívolamente se puede criticar como inmoral. Una vez que alguien opta por el servicio público prácticamente ha cruzado una puerta de no retorno a la economía privada. De manera que una forma de entender la corrupción tiene que ver con reconocer el hecho de que asumir un cargo público tiene un altísimo costo laboral o profesional que al no ser...

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