Alberto García Ruvalcaba / La educación sentimental

AutorAlberto García Ruvalcaba

El código moral bajo el cual vivimos nuestras vidas ha cambiado en las últimas décadas. Hasta la primera mitad del siglo 20 las personas se empeñaban en ser buenas, en perfeccionar su alma. Los ejercicios espirituales, la imitación de Cristo, el examen de conciencia, fueron prácticas asociadas a un concepto de moral estricto. Poco a poco las cosas se han alejado de ese eje. Hoy las personas más que buscar alcanzar las virtudes cardinales de prudencia, justicia, fortaleza y templanza, prefieren buscar la felicidad, la salud, experiencias significativas, calidad de vida, bienestar subjetivo. El concepto de moral que hoy prevalece es, pues, más amplio y ha dejado de estar dominado por la religión para regirse por la psicología. El sacerdote confesor ha dejado su lugar al terapeuta, y el pecado ha dejado de ser un concepto rector de la conducta, para dejar su lugar a conceptos como la culpa, la autoestima, o el estado de ánimo. En suma, las personas valoran más esta vida, que la prometida después de la muerte.

En estas circunstancias cuesta trabajo entender por qué la educación sentimental, la ciencia de la plenitud, está fuera de los planes de estudio escolares. Aprender a conocerse a uno mismo debería ser uno de los principales objetivos de la educación, la cual dispone de múltiples herramientas para ayudar a los estudiantes, desde la niñez hasta la adultez, a navegar su vida de la mejor manera posible. La mente y el corazón humanos no son ya un territorio ignoto o misterioso, pese al aura de misterio con que se los envuelve. Los resortes y motivaciones de nuestra conducta y de los escollos hacia la felicidad han sido estudiados ya en abundancia.

Recientemente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos publicó un estudio sobre la conveniencia de enseñar habilidades sociales y emocionales a los estudiantes, pues están correlacionadas con la capacidad de tener una vida plena. Lo hicieron evaluando aspectos tales como la apertura, la aplicación, la estabilidad emocional, la extraversión y la amabilidad. Por su parte, investigadores de la Universidad de...

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