La Alcazaba / Empresas... ¿perversas?

AutorLuisa Fernanda Cuéllar

Decía Pierre Desproges que una palabra a tiempo puede matar o humillar sin que uno se manche las manos. Y eso es verdad en muchas empresas donde, a decir de Marie France Hirigoyen, se permiten métodos "perversos".

Esta estudiosa francesa nos dice que a lo largo de la vida se mantienen relaciones que son estimulantes y otras que, por el contrario, resultan absolutamente desgastantes y pueden llegar a destrozar a una persona. Y esto no excluye a las empresas, donde el ensañamiento de un miembro hacia otro puede llegar a producir un verdadero asesinato síquico.

Manifiesta también que cuando un individuo perverso empieza a formar parte de un grupo, suele rodearse de los miembros más dóciles con la premeditada idea de dominarlos, de manera que con el tiempo los miembros sumisos adoptan comportamientos similares a los del líder sin detenerse a reflexionar sobre el sentido moral de lo que está aconteciendo, ya que pierden su objetividad y sentido crítico.

Este fenómeno ya había sido estudiado en los años 50 y 60 por Stanley Milgram, un sicólogo social estadounidense que profundizó en el fenómeno del sometimiento a la autoridad y quien concluyó que personas normales, carentes de toda hostilidad, pueden convertirse, cuando trabajan, en agentes de un proceso atroz de destrucción.

El hecho es que existen individuos que necesitan una autoridad superior para alcanzar un equilibrio, coyuntura que aprovechan los llamados "perversos" en su propio beneficio y en hacer padecer a los demás.

De acuerdo con Hirigoyen, el objetivo de una persona perversa es acceder al poder o mantenerse en él, entre otras cosas, para ocultar su propia incompetencia.

Por lo tanto, requiere deshacerse de todos aquellos miembros de la organización que puedan significar un obstáculo para su ascensión, así que necesita hacer a un lado al personal que sea capaz de ver sus actuaciones con demasiada lucidez.

El miedo, cuando aparece en una empresa, genera conductas de obediencia en la persona atacada, pero también en los compañeros que dejan hacer y que no quieren fijarse en lo que ocurre a su alrededor. Se crea entonces un mundo impersonal en el que la indiferencia de unos hacia otros nulifica cualquier asomo de solidaridad. Esto tiene su origen en el temor a ser diferentes, ya que en muchos lugares esta "impertinencia", de la que ya he hablado en otros artículos, es castigada hasta con el despido.

Las estrategias de "dominación" son muy variadas, pero entre ellas se pueden mencionar...

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