Por amor al arte

AutorGonzalo Soto

Cuando Jorge Arturo Arce Gama, director general de Deutsche Bank México, empieza a hablar de arte, cualquier tipo de arte, el rostro le cambia.

Se inclina sobre la mesa de la pequeña sala de juntas en sus oficinas en la Ciudad de México, que ofrece una amplia vista del Bosque de Chapultepec y que en el momento de la conversación exhibe un sol que se oculta lentamente.

"Me fascina el arte", dice con una gran sonrisa.

"Soy muy activo en la Fundación de Deutsche Bank, soy miembro del Consejo Deutsche Bank Americas Foundation, que tiene la colección de arte contemporáneo más importante del mundo a nivel corporativo", cuenta.

A Arce le gusta la pintura, aunque no sabe pintar. Disfruta de la música, pero solamente escucharla. Ama el cine, aunque en las últimas semanas solo ha podido ver, según dice, 25 veces las seis películas de Star Wars con su hijo y otras infantiles con su hija.

Es a ellos y a su afición al arte y la filantropía a quienes les dedica la mayor parte de su tiempo cuando no está supervisando la operación de la sucursal mexicana del banco más grande e importante de Europa, un trabajo que realiza desde hace dos años, cuando decidió regresar a México desde Nueva York.

"Volver a casa fue un proceso agradable y ha sido una oportunidad muy grande. No todo ha sido fácil por las distintas formas de hacer negocio en México y Estados Unidos, acá todo es más personal", comenta.

A sus 45 años, más de la mitad de ellos vividos fuera del País, el ajuste al ritmo y complejidades de la Ciudad de México, así como manejar una institución financiera en crecimiento, ha sido un verdadero reto.

Pero de esos, asegura, ha habido toda la vida.

ÚLTIMO DE OCHO

Cuando el director general de Deutsche Bank México recuerda historias del pasado lo hace reflexionando en las lecciones que le dejaron. La primera de ellas: supervivencia.

Arce nació en el Distrito Federal en 1968 y es el más chico de ocho hermanos, el mayor le lleva 20 años.

"Con siete hermanos arriba lo primero que uno aprende es a sobrevivir en un entorno así y eso te fuerza además a tratar desde muy chico con gente mayor y rodearte de ellos sin que tengas problema", explica.

Los retos de la infancia se acumularon muy pronto pues cuando "Coco", como aún le dicen sus familiares, tenía cuatro años, perdió a su padre y se quedó bajo el cuidado de su madre y el apoyo de sus hermanos.

Fue precisamente uno de ellos quien le abrió las puertas de su casa en Nueva York para que pudiera estudiar el...

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