Por amor a mamá

AutorHugo Hernández

Luego de la conclusión de la proyección de Adiós a Lenin (Good Bye Lenin!, 2003) uno se explica perfectamente por qué la cinta ha sido un éxito por doquier que ha sido exhibida: la sonrisa en la boca con la que uno abandona la sala es aún más elocuente. Y es que el alemán Wolfgang Becker tiene la virtud de concretar, en su tercer largometraje, una cinta que llama a la conciliación, tanto en lo que corresponde a lo macro como a lo micro, a las fracturas históricas que la humanidad se ha infligido, como al interior de las relaciones familiares. Porque más que perpetrar una crítica ácida y desencantada a lo que fue la vida "bajo el comunismo", el cineasta apuesta por rescatar lo rescatable: la convivencia, los nexos afectivos: sin hacer anacrónicos elogios a los tiempos pasados (y que no necesariamente fueron mejores, al menos para todos), afirma que aun bajo regímenes totalitarios se puede tener una infancia y una juventud felices. Y le creemos: porque lo vemos, porque lo sentimos.

Becker relata una historia de amor filial caracterizada por la belleza que emerge de los buenos sentimientos, los que se saben y se sienten honestos, libres de afectación. La historia arranca en 1989, días antes de la caída del Muro de Berlín y sigue los pasos del joven Alex (Daniel Brühl), quien es detenido en una manifestación que reclama mayores libertades civiles. Su madre es testigo de la represión, por lo que sufre un shock que la deja en coma por algunos meses. Cuando "regresa a la vida" todo ha cambiado, pero a recomendación médica es preciso que no sufra sobresalto...

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