Amor al rótulo

AutorJonathan Hernández

Rodeado de pinceles y brochas, las letras llegaron a Eduardo Cuesta Mundo, pero no de una forma tradicional; ni la literatura ni una expresión oral fue la manera en que el joven tapatío de 27 años conoció el amor por la caligrafía.

Casi por accidente es como el rotulista, desde los 19 años, cuenta su primer encuentro formal con el oficio, del que recuerda comenzó a acercarse en la primaria y secundaria.

"Desde que tengo memoria me fijaba en los letreros que estaban pintados en los muros o en cualquier lugar. Yo tenía un negocio de comida a los 18 y como siempre tuve el gusto por esto quería un rótulo. Caí a un local como cliente.

"Me fui acercando al taller (Rótulos González), iba casi todos los días a practicar, pero lo curioso es que me decían que para aprender me iba a tomar años. Pero como siempre tuve el gusto me enseñaron lo básico y ya", rememora Cuesta Mundo, quien lo mismo trabaja en la Colonia Americana, como para puestos de tacos y cafés en Puerto Vallarta.

La definición de rótulo para Eduardo es sencilla: un letrero pintado a mano. El oficio, señala, se aprende un 70 por ciento con práctica y el resto con educación. En su caso, enfatiza, aprendió 100 por ciento en el trabajo.

"La práctica es la base de todo", asegura. Es con su negocio "Rotulación Tradicional" que ha ofrecido distintos talleres en la Ciudad, Puerto Vallarta y la próxima semana impartirá "Rótulos Para Llevar" en la Ciudad de México.

"En la actualidad estamos volviendo, son tendencias, lo tradicional, artesanal, lo retro está volviendo y ese es...

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