Ma. Amparo Casar/ ¿Y el Congreso?

AutorMa. Amparo Casar

Los reflectores electorales se han centrado en tan sólo uno de los 629 puestos de elección popular que ayer se sometieron a la voluntad ciudadana: el del Presidente de la República. La moneda ya no está en el aire. Contra las expectativas, que señalaban resultados extremadamente cerrados, muy temprano en la noche de ayer supimos que Vicente Fox sacaba una ventaja a Labastida difícil de superar en las horas que restan. Fox asumirá las riendas del Poder Ejecutivo durante los próximos seis años.

Parece olvidársenos, sin embargo, que 128 Senadores acompañarán durante todo su mandato al próximo Presidente y que 500 Diputados harán lo propio durante los primeros tres años de su administración.

Ser electo por la mayoría de los votantes dota al Presidente de enorme legitimidad, pero no equivale a un cheque en blanco para convertir en actos concretos sus promesas de campaña. Fox deberá transitar del éxito en las urnas a otro aún más difícil de alcanzar: el de gobernar de manera eficiente y responsable, esto es, el de hacer realidad la oferta política que prometió a los mexicanos. Para ello le hará falta al próximo Presidente la cooperación de los Legisladores; de los Diputados y Senadores no sólo de su propio partido, sino también de los de aquellos que compitieron en contra suya.

No hay que olvidarlo, los arreglos presidenciales son sistemas de poder compartido. Está en su naturaleza que el Poder Legislativo, también dotado de la legitimidad que otorga el voto popular, obstaculice o facilite la voluntad presidencial.

Hasta hace muy poco tiempo, el Presidente no tenía que preocuparse de esta institución entre cuyas funciones figuran las de legislar y vigilar los actos del Ejecutivo. Nuestros Legisladores, mayoritariamente del PRI, prácticamente recibían instrucciones del titular del Ejecutivo olvidando que su investidura conllevaba la facultad y la obligación de actuar de manera autónoma y de acuerdo al mandato no del Presidente en turno, sino de los electores que con su voto los llevaron al Congreso. Para fortuna de todos, esos tiempos quedaron atrás. Hoy el Ejecutivo no gira instrucciones.

Hoy el Ejecutivo debe convencer a cuando menos la mitad de los Diputados de las bondades de su proyecto y de la necesidad de transformar sus iniciativas en leyes. Si no lo hace, simplemente no podrá gobernar. De aquí la importancia de la composición del próximo Congreso.

No será sino hasta el próximo 5 de julio, cuando celebren sesión los consejos distritales...

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