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Aquella Perla... / Los oficios perdidos (IV)

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Vincent
AutorAlberto Gómez Barbosa

Es importante la participación de los lectores y muy orientadora para el columnista.

He confesado en varias ocasiones de lo flaca que es ya mi senil memoria, sobre todo en el área de los nombres, pero buenos amigos que siguen esta columna, me escriben para encauzar y enriquecer mis recuerdos.

Se han acordado de Salvador Vergara y su hermano Enrique, sastres, que tenían su negocio junto a la tienda Araiza y mencionado, entre las modistas a Luz Espinoza, a "Modas Tesa" que, esa sí sería una boutique, una tienda de diseñadora, propiedad de Teresa Sánchez Pilot y "Gina", por Avenida Juárez.

Gracias a todos.

Han desaparecido, varios oficios que podríamos llamar menores como el de cargador y buena falta que hacen.

Aquellos señores, muy identificables pues todos usaban chaqueta de mezclilla del tipo ferrocarrilero, llevaban cruzado en los hombros el mecapal, indispensable para levantar grandes pesos y portaban en el pecho, muy visible, la placa metálica que los identificaba, con número y nombre, y que los acreditaba como personas de fiar.

Se encontraban en las afueras de los mercados, casi siempre junto a los sitios de carros de mano, pues eran complemento para mover muebles o fardos pesados.

Los carreros, cargadores con carrito, vestían también como ya describí y portaban, también, placa de identificación.

Movían los cargadores, con el mecapal en la frente, bultos grandes y muebles; cuando la carga era mayor, un piano o un ropero, por ejemplo, usaban carrito de mano para el traslado, pero eran capaces, entre dos, de subir hasta un piano a un segundo piso.

Y no eran de físico hercúleo, creo que aplicaban bien aquello de que "más vale maña que fuerza".

¡Qué falta hacen! Actualmente no hay de quién echar mano para mover cosas de gran peso. Podrá objetarse que ya no se usan los roperos, los sustituyeron los "clósets", y que nadie se interesa por tener un piano en su casa, que no hay macetas que mover en los...

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