STATE OF THE ART / Cómo mejorar la interfaz de un reloj de 5 dólares

AutorDavid Pogue

Esta primavera tuve la estresante, pero inolvidable oportunidad de impartir un curso en la Escuela de Negocios de Columbia. Lo llamé "Tecnología para el Consumidor: ¿Qué Vuelve un Éxito un Éxito, o un Fiasco un Fiasco?" Estresante, porque no siempre resultó fácil permanecer un paso adelante de mis estudiantes. Tenían la mitad de mi edad y sabían de tecnología como saber respirar.

Busqué entonces enfocarme en las cosas que he aprendido en mis 25 años de escribir sobre tecnología. Una de ellas: un buen diseño de interfaz.

Es sumamente difícil. Uno tiene la inclinación natural de atiborrar su producto de características, porque "eso es lo que hará que se venda, ¿verdad?". Y no obstante, cada una de estas características tiene que ubicarse en algún lugar. Tiene que caber en alguna pantalla, en algún menú, bajo alguna tecla. Por ello, entre más cosas atiborras, más vuelves tu producto difícil de usar y menos deleite le brindará a tus clientes.

Tenía poco de haberle comprado a mi hija un reloj digital por 9 dólares en Wal-Mart. Tenía tres botones. Presuntamente podías desempeñar todas las funciones del reloj sólo con estos tres botones: fijar la hora, poner una alarma, prender y apagar dicha alarma, activar y desactivar el cronómetro, registrar tiempos de segmentos, etc.

Era, como lo habrás adivinado, una interfase desastrosa para el usuario. Cada botón terminaba desempeñando múltiples funciones. Oprimir dos veces. Mantener oprimido. Oprimir dos botones al mismo tiempo. Imposible dominarlo sin ayuda del instructivo de 8 centímetros por 8 con letra minúscula.

Inevitablemente, poner una hora, ya sea para el reloj o la alarma, involucra un rito estéril de oprimir algún botón dolorosamente minúsculo y esperar mientras los números digitales desfilan hacia su meta.

Por ello, en una tarea particularmente diabólica, reté a mis estudiantes a que rediseñaran el reloj de Wal-Mart. Que lo volverían más fácil de utilizar, sin sacrificar ninguna característica y con el entendimiento de que cada nuevo botón o control incrementaría el costo y la vulnerabilidad mecánica del producto.

Lo que esperaba era que concibieran funciones más razonables y cuidadosamente consideradas para los botoncitos.

En lugar de ello, lo que hizo la mayoría fue abandonar por completo los botoncitos. Reconsideraron al reloj, de formas que nunca se me habían ocurrido. (Tal vez por eso están en la Escuela de Negocios de Columbia).

Mi idea favorita, y aparentemente la de los estudiantes...

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