Artífice de magia

AutorRebeca Pérez

El teatro es magia, pero también engaño. Todo lo que ocurre en el escenario es parte de un conjuro en que intervienen la ilusión y la seducción. En ese juego maniobra el vestuarista Ricardo de la Lanza, un artífice de la tela, que puede trasladar a mundos y tiempos lejanos.

"Para mí la gran magia es poder engañar, al fin y al cabo el teatro es un engaño; me emociona truquear al público, hacerle creer que un vestuario es suntuoso, aunque en realidad se hizo con materiales sencillos; esa capacidad de transformar me emociona", detalla el creador.

Luego de meditarlo por unos instantes, en un rincón de su taller decorado con máquinas de coser, cintas métricas, cierres, hilos de muchos colores y rollos de tela, el vestuarista confiesa que ese mundo lo llamó desde los 7 años, cuando ingresó tras las bambalinas del Teatro Degollado.

El romance con el arte escénico llegó temprano a su vida, pero primero decidió ser actor. Hizo un par de obras, y luego de un tiempo supo que lo suyo era el diseño de vestuario.

No estudió en una escuela especializada. Cuando tomó la decisión se asesoró con una costurera y con algunos libros de corte y confección.

Así comenzó a "engañar" hace ya 30 años. Hizo unos rebuscados vestidos para darle vida a los entremeses cervantinos, bajo la dirección de Carlos Maciel y lo demás llegó solo.

En su segundo trabajo, con el montaje "No hay Burlas en el Amor", de Pedro Calderón de la Barca, vino su primer reconocimiento con un premio a mejor vestuario en un festival escénico en San Antonio, Texas.

Su mano, su estética y su visión en torno al vestido se han podido ver en más de 120 montajes. Con la costura ha llevado al público a la España del Siglo de Oro, pero también a conocer una intrincada historia de amor en "Mamma Mia", hasta las aventuras de una mujer en alta mar con "Las Tremendas Aventuras de la Capitana Gazpacho" o la furia de un pueblo ante la tiranía en "Fuenteovejuna".

Los diseños de De la Lanza van más allá del teatro. Su obra se ha materializado en vistosos y coloridos vestidos para coreografías folclóricas de Rafael Zamarripa, pero también para sofisticadas óperas como "Don Giovanni".

El diseñador admite su predilección por el teatro de época, por su naturaleza recargada. No le gustan los diseños de ropa contemporánea y dice que sus cortes no son para pequeños teatros.

"Mi época favorita es sin duda el Siglo de Oro español, aunque también me gusta mucho el teatro infantil, porque tiene la posibilidad muy...

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