La Alcazaba/ Asesoría en el aire

AutorLuisa Fernanda Cuéllar

Hace pocos días, durante un vuelo a la Ciudad de México, se sentó a mi lado un hombre muy agradable, quien entre charla y charla me platicó que tenía una empresa próspera y con elementos de gran capacidad. Sin embargo, estaba sumamente preocupado porque a últimas fechas el ausentismo, la rotación de personal y un deterioro en el ambiente de trabajo, habían hecho su aparición.

Le hice algunas preguntas acerca de sus filtros de selección, su estilo de liderazgo y de la distribución de las cargas de trabajo, entre otras. En apariencia todo estaba bien. Me comentó que había impartido cursos de motivación para ver si las cosas volvían a la normalidad, pero que los resultados habían sido desalentadores. Todo seguía igual y sus empleados no se acercaban a él como lo hacían antes. Me explicó un nuevo proyecto de capacitación que estaba a punto de iniciar y me mostró un material bien elaborado, pero al observar uno de los folletos distribuidos para promocionar el curso entre el personal, me encontré como encabezado del mismo uno de los salmos de la Biblia. A continuación, en letra más pequeña, se hacía una invitación a la reflexión tomando como base las palabras bíblicas en cuestión.

Eso me extrañó muchísimo y le pregunté por qué había puesto en un material de trabajo algo directamente relacionado con una creencia religiosa. Me comentó que él había nacido católico, pero que desde hacía unos meses su esposa había empezado a profesar una fe derivada del protestantismo. La idea de colocar el salmo, comentó, fue de ella, "está convencida que es su deber transmitir a quienes le rodean la paz espiritual que ella siente".

"¿Para qué?", pregunté yo en forma lacónica. Pues porque dice, contestó, que parte de sus obligaciones religiosas es dar testimonio de lo que se puede hacer tanto en la familia como en la sociedad cuando se siguen los principios verdaderos.

"¿Y usted cree que existe una verdad absoluta que hará que su personal modifique sus actitudes y se vuelva a sentir a gusto dentro de su empresa?", añadí. Me dijo que eso pensaba su mujer e, incluso, antes de iniciar la jornada laboral se presenta en las oficinas y les pide que la acompañen a orar y que al final del día den gracias por haber tenido la oportunidad de descubrir una nueva forma de ver la vida. Le dejé hablar hasta que se cansó. Una vez que hubo terminado y solicitó mi opinión, le dije sin rodeos que me acababa de describir detalladamente los motivos por los que sus empleados faltan a sus...

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