Así y Allí / Bautizos

AutorAlvar González

"¿Qué nombre le ponemos?", y esa simple pregunta conduce a deliberaciones familiares que no pocas veces incluso pueden convertirse en la formación de bandos que asumen posiciones de poder. No es fácil ponerle nombre a la criatura, y todo para que a veces el nombre oficial sea sustituido por apelativos funcionales cotidianos.

Durante buenos y largos siglos la polémica se desarrollaba no antes de cruzar la puerta del Registro Civil sino en la proximidad de una pila con agua bendita y previo a que la criatura fuera registrada en libros parroquiales. Eso es y mira: una sólida pila elaborada en piedra volcánica, y dentro de ella un carcomido letrero añejo y testimonial que recuerda el nombre completo del niño bautizado allí el 8 de enero de 1783: "Ramón Ignacio Prisciliano Sánchez", se alcanza a leer (espero). Te digo: para efectos de funcionalidad, los dos primeros nombres se perdieron y la calle -homenaje al prócer-, es simplemente Prisciliano Sánchez. ¿La ubicas? Lo que es un poco más difícil de ubicar es la pila bautismal pues se encuentra en Ahuacatlán, Nayarit.

Sucede que Don Prisciliano fue de esos jaliscienses nacidos en Nayarit... cuando Nayarit era parte de Jalisco; y sucedió que Don Prisciliano fue de los participantes en otro proceso bautismal mucho más complejo. ¿Te imaginas ponerle nombre a un país recién nacido?.

La de Don Ramón Ignacio Prisciliano es una biografía zigzagueante: de novicio franciscano pasa a seminarista del clero secular, y luego se convierte en comerciante en Compostela para finalmente...

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