Atrapada en sus vacaciones

AutorAlejandra César

Cada año, Machu Picchu deslumbra a sus miles de visitantes con imponentes vestigios enclavados en un paisaje único.

Para Gissele Palafox el viaje al corazón del imperio inca también será inolvidable, sin embargo no por las mismas razones que para la mayoría de los turistas.

Esta mexicana de 22 años, quien vive en Chile junto con su familia, se encontraba en el país andino con sus compañeros de la universidad cuando se desataron las históricas lluvias que dejaron a miles de personas varadas.

"Fue una experiencia única. Espero realmente que todos los mexicanos que estaban allá hayan logrado llegar bien, que estén con sus seres queridos y los abracen muy fuerte", contó Gissele a REFORMA vía correo electrónico.

La joven llegó el 24 de enero a Aguas Calientes, también conocido como Machu Picchu pueblo, localidad de paso en la visita a las ruinas, y fue evacuada en un helicóptero de las Fuerzas Armadas de Perú el 29 de enero, en uno de los últimos grupos de los alrededor de 3 mil 500 paseantes desalojados.

"Estábamos en el Hostal Adela's; mientras conversábamos con nuestro guía sobre la visita del día lunes a Machu Picchu, el hostal se removió fuertemente, fue como si un temblor sacudiera el edificio.

Nos sacaron rápidamente, lo que había sucedido es que el río estaba muy bravo, había aumentado su caudal enormemente y una roca golpeó los cimientos del edificio que se encontraba a orillas de éste".

Esa noche de domingo, Gissele y sus amigos fueron los primeros en ser albergados en el Instituto Nacional de Cultura (INC). Al día siguiente, la joven descubrió que la casa junto al hostal del cual fue desalojada había sido arrasada por el caudal del río Vilcanota, que también dañó la vía del tren, principal medio de transporte para entrar o salir del poblado.

"A partir de este día quedamos albergados en el INC junto con unas 100 personas más, habilitaron la nueva municipalidad y una escuela para albergar a los turistas, ya que los precios de los hostales que quedaban más arriba del río se duplicaron y ya no había habitaciones disponibles.

Los primeros dos días tuvimos que velar nosotros mismos por alimento y abrigo. Dormir en el suelo, con la ropa que traíamos...

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