Un Beatle con alma de niño

AutorJuan Carlos García

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LOS ÁNGELES.- Su sonrisa siempre está a flor de piel; se le ven menos años de los 66 que tiene. Su secreto para ser feliz, revela Paul McCartney, es conservar a un "niño muy grandote" en su interior y, por supuesto, unas buenas cremas antiarrugas.

"Yo conservo a ese niño que todos llevamos dentro, lo traigo siempre conmigo. Es bromista, risueño, parlanchín. Así se hace la vida más llevadera cuando pasas tragos amargos o cuando las cosas no son como quieres. Creo que soy como un niño grandote. Cuando la vida te la tomas muy en serio, puedes salir muy lastimado; por eso hay que verla con alegría", cuenta McCartney.

Cuando se trata de dar entrevistas, ese "niño" se vuelve formal: saluda de mano a los reporteros, les pregunta su nacionalidad y hasta responde con una sonrisa a los cuestionamientos sobre sus gustos personales.

"Sí", admite risueño, "los pantalones de mezclilla son mi prenda predilecta porque con ellos me siento más cómodo".

Sus etiquetas de leyenda y celebridad obedecen a todo lo que ha hecho como Beatle, como músico independiente y activista. Casi todos se refieran a él como "Sir Paul". Otros le dicen "señor McCartney". Él aclara que, mientras no dejen de llamarlo por su nombre, el título nobiliario y el apellido son opcionales.

"He asumido mi vida, mi edad, con mucha alegría porque la experiencia significa sabiduría, o por lo menos conocimiento, y yo soy un hombre muy feliz, muy satisfecho con mis logros", comenta en entrevista exclusiva.

Lleva casi 50 años de carrera. Se consagró con The Beatles y actualmente es reconocido como productor, compositor e intérprete; tiene 12 premios Grammy y un Óscar.

Se han vendido más de mil millones de copias de sus discos, tanto de los que grabó cuando era parte del Cuarteto de Liverpool como de sus álbumes en solitario, de acuerdo con la revista Billboard.

Con toda esa experiencia, afirma el ex Beatle, ha aprendido a pisar los terrenos de la diplomacia.

"De todo se aprende. Antes era más impulsivo, y ya soy más paciente y analítico. Ahora, por ejemplo, sé hacer mi cara de ganador en unos premios o mi cara de nominado perdedor, según la ocasión.

"¿Que cómo es? Muy sencillo: anuncian que estás nominado en una fiesta de premiación y sales en la pantalla, así que sonrío, aplaudo por cortesía y por dentro estoy pensando: 'Quiero ganar. Sí, debo ganar; no quiero quedar como un perdedor'. Y la cara de perdedor es cuando anuncian que no ganas y ahí te quedas, aplaudiéndole a quien te ganó, y...

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