Bernardo González Mora / La elección y la corrupción

AutorBernardo González Mora

Uno de los temas que determinaron el ánimo de los votantes fue, sin duda, la corrupción. ¿Quiénes cargaron con las culpas y pagaron los costos? Los partidos políticos que gobernaban: PRI, PAN y PRD. Morena no gobernaba ningún Estado, los anteriores sí, y con graves cuestionamientos. El PVEM gobierna Chiapas, era el mejor librado, ya que nunca trascendieron mayores escándalos de corrupción.

Sin culpas que cargar, el gran beneficiario fue López Obrador. Con la gran ayuda, sin que esa fuera su intención, de Ricardo Anaya en su esfuerzo por desplazar a Meade y atraer el voto útil, y quedar como el único contendiente de AMLO.

La enorme publicidad -que así lo ameritaba- que se le dio a los escándalos de corrupción de los Duarte y Borge, y la gran cantidad de bienes que salieron a la luz irritaron a muchísimos mexicanos. Con un deslinde a destiempo del Gobierno federal y del PRI, a pesar de que Borge, de Quintana Roo, y Duarte, el de Veracruz, estaban en la cárcel, no se pudo contener el desgaste del partido y su candidato, José Antonio Meade.

En una estrategia muy bien planeada, Anaya y todos sus voceros, en una expresión triunfalista muy bien actuada y dolosa, se empeñaban en convencer que la disputa era entre dos: él y López Obrador.

El discurso de Ricardo Anaya, furibundo y machacón; los Duarte, el de Chihuahua y el de Veracruz; Borge, de Quintana Roo; la casa blanca; Odebrecht; el socavón, y su audaz acoso al Presidente Peña junto con la supuesta complacencia del ex Secretario de Hacienda terminaron poniendo en duda la limpia trayectoria de José Antonio Meade, quien por su calidad humana, a pesar de las recomendaciones y las advertencias en los medios de comunicación de las consecuencias de no deslindarse del Presidente Peña Nieto, no lo hizo. No estaba en su naturaleza la ingratitud, y al no hacerlo le tocó pagar los costos.

A diferencia de López Obrador, quien también recurría insistentemente al tema de la corrupción, Anaya sí le ponía nombres y apellidos, pero había un problema... no estaba libre de culpa...

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