Bernardo González Mora / La felicidad y el consumismo

AutorBernardo González Mora

Gracias a la oportunidad que nos da la cuarentena reflexioné sobre el tema de la felicidad al que se ha venido refiriendo el Presidente, entre otros actores sociales. Aldous Huxley en su obra "Un mundo Feliz" describe cómo se puede lograr la sociedad perfecta sin guerras ni pobreza y donde los individuos estén continuamente satisfechos. Sin la intención de narrar la compleja e interesante trama de su novela, sólo me referiré a cómo programaban, a la manera del condicionamiento de Pavlov, a los individuos desde su infancia para ser felices en determinados medios y actividades, y darle funcionalidad a una sociedad perfectamente planificada: se les presentaban a los infantes destinados a labores de campo imágenes idílicas de un medio bucólico así como actividades y golosinas, de tal manera que siempre que les presentaran las mismas imágenes les provocaran reacciones de felicidad; por el contrario, les pasaban imágenes citadinas con vivencias desagradables. El resultado: quedaban condicionados a ser felices en el campo e infelices en las ciudades.

Aún sin percatarnos, todos somos programados a través de la educación de nuestros padres, el modelo educativo, la religión y lo que es peor, la publicidad comercial que nos impone una forma de vida y una manera a disfrutar o padecer; a ser aceptados o rechazados; a que nos gusten o disgusten opciones profesionales, medios, bienes, incluso personas. ¿Qué moldea nuestros gustos, fobias, aspiraciones materiales, vocacionales incluso afectivas? Un hado silencioso, casi imperceptible, que es la cultura dominante del modelo económico y social en el que estamos inmersos y que todos -unos más, otros menos-, interactuamos en su mundo de ideas frente a un "libre albedrío" muy diferenciado. La sociedad de consumo se reproduce a través de una publicidad altamente divertida y convincente que nos transporta al anhelo de comodidad, distinción y placer.

En una ocasión le preguntamos a un maestro marxista ¿cómo nos podía explicar la sociedad de consumo? "Muy sencillo", dijo, "si ustedes tienen la necesidad de resolver una contradicción con la naturaleza, es decir con la lluvia, pueden ir a un mercado y comprar un gabán de hule de 100 pesos y no les entrará el agua por ninguna parte. ¡Ah!, pero cómo, ¿qué van a decir los que los vean...

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