Bernardo González Mora / Libertad-disciplina

AutorBernardo González Mora

Tal parece que nos inclinamos más por los riesgos de la libertad que por la tranquilidad del encierro, y esa está siendo la causa de nuestra desgracia. Nos asombra y desde luego no podemos dejar de sentir cierta molestia el ver a tanta gente en la calle sin protección, sin guardar la sana distancia, como si los miles de muertos y millones de contagiados en el mundo no nos alertaran de lo que puede pasarnos en México. Me pregunto si en lugar de iniciarse en China y reproducirse en Europa, se hubiera iniciado aquí. ¿Cuál sería nuestra conducta y cuál hubiera sido la de ellos? Ellos reaccionaron tardíamente porque desconocían el problema en el que estaban y he ahí las consecuencias. Su tragedia debiera ser una contundente advertencia para nosotros, pero a pesar del esfuerzo informativo tan dramáticamente difundido por nuestras autoridades, no todos están tomando en serio el riesgo. Y si los que no atienden las recomendaciones solo expusieran sus vidas, que en su salud la paguen; el problema es que están exponiendo a los demás.

Las reuniones sociales continúan y todos sabemos que en ellas la sana distancia es letra muerta y más cuando las bebidas embriagantes desatan impulsos afectivos, haciendo del contacto físico el puente de transmisión del famoso coronavirus. La inesperada pesadilla y la irresponsable respuesta de muchos a las recomendaciones nos lleva a la reflexión del valor de nuestra libertad individual, pero también debemos hacerlo sobre las afectaciones que su ejercicio inmoderado y egoísta conlleva para los demás y, a la vez, lo que nos afecta a nosotros. En Tabasco reprodujo el virus una mujer a quien se le detectó y se le ordenó que se internara; no solo no lo hizo sino que siguió conviviendo con gente sin ninguna precaución. Al ejercer su libertad se convirtió en la criminal difusora de la enfermedad y sentenció a muerte a varios de sus congéneres.

Le critican al gobernador Enrique Alfaro que aplique las necesarias medidas restrictivas para evitar el contacto humano, lograr la sana distancia y obligar al uso del cubrebocas, lo mismo por haber utilizado un vocablo peyorativo para los irresponsables. ¿Cómo deben sentirse nuestras autoridades -tanto federales como locales- que están confrontando con toda responsabilidad y pasión la pandemia...

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