Desde mi Ladera/ Biografía Tapatía

AutorJuan López

Embajadas van , embajadas vienen....

No cabe la menor de las dudas, en la vida se debe proceder de acuerdo con los tiempos, si es que se quiere vivir y, si es que se quiere sobrevivir; en otras palabras: ayer como ayer, hoy como hoy y, si hay mañana como mañana; digo lo anterior, porque el lector de hoy tiene todo el derecho y hasta el chueco de aceptar como moral o como inmoral, como ético o como antiético, como legal o como ilegal, como jurídico o como antijurídico las entradas de guerra o de chantaje de guerra del señor Gobernador de Nayarit, don Juan Flores de la Torre, allá por los lejanos años del 1721.

Hoy es muy fácil decir y decidir, que las autoridades de la Nueva Galicia, con caótal en esta nuestra Guadalajara, atropellaban los más elementales derechos individuales de los indígenas de Nayarit, cuando entraban a sus tierras en son de guerra con el afán de cristianizarles y de civilizarles; cabe la reflexión de que la moral es tan cambiante, que lo que ahora se toma a mal, en otro tiempo se tomaba a bien, tanto es así que nuestros tatarabuelos lo que hacían para misionar, lo hacían obligados por su fe, por su religión, por sus leyes, por su derecho y hasta por su provecho.

No es extraño, pues, que ante los fracasos de acercamiento con la indiada nayarita, el Gobernador le haya remitido otra embajada, requiriéndoles de paz en el término de cinco días, diciéndoles que si dentro de ellos no daban la obediencia, a las autoridades españolas, entraría a fuego y sangre, sin perdonarles aun las vidas.

Porque quedasen bien acordados los indios del término, les remitió una correa con cinco nudos, que es el modo con que se explicaban los indios, en las lunas o días que se asignaban, y a los embajadores que se les instruyó, para que si hallasen algunos que quisiesen dar la obediencia, les dijesen que publicasen la embajada, de suerte que llegase a noticia de todos, para que en señal de paz se saliesen, y no fuesen comprendidos en el estrago que había de hacer el Gobernador en los rebeldes, a quienes prometía destruir con todos sus bienes.

El día 8 de enero volvió el indio Tlascane con una palma y en ella tres nudos, diciendo que una ranchería de indios lo detuvo, y ofreció dentro de tres días haber publicado la embajada en la sierra, con lo que se reconoce quienes querían dar la obediencia, y que ellos dentro de dicho término saldrían a darla; pero que para que el Tonat Güestlecatl les diese crédito, llevarían consigo al otro embajador, que...

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