Como los buenos vinos

AutorAlonso González

Ni siquiera en el mejor de sus sueños, Roger Federer imaginó, ya con 37 años de edad, seguir en la élite del tenis mundial, sumando 20 Grand Slam y como segundo del ranking mundial.

El tenista suizo es un ejemplo de disciplina fuera de la arcilla o el césped. Los largos entrenamientos y la variada alimentación han potenciado el rendimiento del suizo en la cancha.

No todo es la raqueta y la pelota, desde el calentamiento entrena diferentes funciones físicas.

Roger trabaja la coordinación y agilidad mental, la precisión y fuerza, además de la rapidez y la capacidad de reacción.

Los carbohidratos son indispensables previo a sus partidos: un plato con pasta ha ingerido desde hace dos décadas.

Pero no todo es riguroso, Federer desayuna waffles con fruta y toma un shot de vinagre, café y jugo de naranja, además de darse un gusto de vez en cuando comiendo helado.

"Me gusta el helado y el chocolate. Esa es mi dieta, me gustan las tartas y no me siento mal, puedo comer eso y jugar tenis al mismo tiempo", comentó Federer.

En esta etapa de su vida el descanso debe ser necesario para rendir mejor, menos torneos pero al máximo de rendimiento.

En febrero de este año, Federer ganó el Abierto de Australia derrotando a Marin Cilic con lo que se convirtió en el jugador más viejo en ganar ese Grand Slam y en ser el número uno del ranking de la ATP.

En lo que va del 2018 participó en Australia, Indian Wells, el Abierto de Miami, dos torneos en Alemania y Wimbledon, su siguiente parada será el US Open.

"Cuando eres viejo debes hacer el doble de trabajo, tienes que arrebatárselo a alguien...

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