La Butaca del Diablo

AutorEl Mismísimo

Ah, pero cómo les gusta prender el boiler y luego no meterse a bañar. En las muestras y festivales de cine ya se aprendieron la formulita para tenernos en ascuas y hacernos pagar en los hoteles hasta la última noche. Que no se vayan porque por aquí anda Salma, que Mel Gibson duerme en el último piso de un hotel de mucho lujo en la ciudad (ya ven que hay un chorro en la ciudad), que si ya invitamos a las bandidas y no tardan en venir a robarse un poquito de su atención. Echan a rodar los rumores como si bola de nieve y luego... pura m...entira, cierran a las carreras, con algún artista de mediana talla (porque no me van a decir que Sasha y Ana Claudia Talancón son la onda) y con una cínica sonrisota: "¡Ay, pero si estuvo bien bonito!, y lo que importa es el cine, no el glamour", dicen todos, muertos de la risa por tenernos como sus mensos.

Pero claro, a la hora de los trancazos a todos les sale el lado espiritual. La Muestra ya no quiere glamour, ella nomás apoya el cine, dice su directora, y que a Morelia hayan ido buenos artistas no es razón para que le de envidia. No, no, cero que te influya, dirían las amiguitas de la Pau. Pero aguas, señores, no hay que confundir glamour con calidad. No es que uno quiera a los grandes nombres, mucho menos alfombras rojas con ropa de gala (si se quieren vestir con sus difíciles fachas a mí ni me va ni...

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