Carlos Fuentes / Gabo: amigos de los amigos

AutorCarlos Fuentes

Amigos de los amigos. Digo en mi libro En esto creo: "Lo que no tenemos lo encontramos en el amigo". Gabo y yo compartimos muchas amistades y algunas enemistades. En la política, son inevitables las diferencias de opinión y la prueba de la amistad es que lo que podría separarnos nos une aún más: el respeto. Dejo de lado a nuestra conflictiva latinoamericanidad, pensando a veces que la América Latina sólo se concibe a sí misma, política y económicamente, como un problema que obliga al mundo a fijarse en nosotros y, una y otra vez, rescatarnos de nuestra propia incompetencia.

A Gabo le fascina el fenómeno del poder y El otoño del patriarca no sólo da fe, sino que encarna en todas las direcciones la picaresca y la tragedia del poder. Desde mi punto de vista, en nuestra relación con hombres de poder, destacaría tres. Con Francois Mitterrand, un demonio de inteligencia, cultura literaria y maquiavelismo político. En sus memorias, La paja y el grano, Mitterrand recuerda que fue otro queridísimo amigo común, Pablo Neruda, quien le dijo: "Lea inmediatamente Cien años de soledad. Es la más bella novela producida por la América Latina desde la pasada guerra". Mitterrand conoce a García Márquez y escribe: "Es un hombre idéntico a su obra. Cuadrado, sólido, risueño y silencioso". Con William Styron, Arthur Miller y García Márquez, asistí a la rumbosa inauguración del Presidente Mitterrand en mayo de 1981. Durante el almuerzo de Estado en el Elíseo, el nuevo presidente nos pidió que lo acompañáramos a su despacho a fin de atestiguar su primer acto de gobierno: firmar sendos decretos otorgándoles la nacionalidad francesa a Milan Kundera y a Julio Cortázar, ambos exiliados por las dictaduras, comunista la de Praga, fascista la de Buenos Aires. La cultura literaria de un presidente francés nunca sorprende. Neruda me contó que sus reuniones con el presidente Pompidou, siendo Pablo embajador de Chile en Francia, tenían como pretexto discutir la política económica del Club de París, pero en realidad eran largas pláticas sobre la poesía de Baudelaire. Lo que sorprende es que un presidente de EU lea libros.

Cosa que descubrimos Gabo y yo una noche en Martha's Vineyard, escuchando a Bill Clinton recitar de memoria pasajes enteros de Faulkner, demostrar que él sí había leído el Quijote y por qué Marco Aurelio era su autor de cabecera. Pregunta innecesaria: ¿Qué habrá leído Bush? Y para cerrar el capítulo político, otro lector-estadista: Felipe González, un hombre...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR