Carlos Fuentes / De la identidad a la diversidad

AutorCarlos Fuentes

Las discusiones en torno al tema del bicentenario de la independencia propiciadas en Madrid por la Cátedra Julio Cortázar de la Universidad de Guadalajara y por la Secretaría General Iberoamericana concluyeron con una tríada de preguntas: ¿Qué hicimos mal? ¿Qué podemos remediar? ¿Qué cosas no tienen remedio?, pero también con otro triple cuestionamiento: ¿Qué hicimos bien? ¿Qué podemos mejorar? ¿Qué cosas sí tienen remedio?

El secretariado general que preside Enrique Iglesias preparó un cuestionario que los asistentes a la sesión discutieron ampliamente y al cual yo quisiera dar algunas respuestas o, más bien, cuestionamientos adicionales.

A la pregunta: si la cultura es factor de desarrollo, ¿cuál es la responsabilidad de los estados latinoamericanos? Mi respuesta también es triple: educar, educar y educar. La educación es base del conocimiento. El conocimiento es base de la información. La información es base del desarrollo. La cultura prospera mejor -e influye más- fuera de las manos del Estado. El Estado puede apoyar pero debe respetar.

¿Es la cultura escenario propicio para la construcción de acuerdos nacionales? Por sí sola, no. Tenemos la costumbre monárquica del acuerdo desde arriba, equivalente a un dictado. Nos faltan más y más caminos desde abajo, ascendentes, que aseguren una voz para las mayorías. Hemos logrado una democracia política cuyas reglas son respetadas aun por quienes, ayer no más, hubieran recurrido a las armas. Nos falta extender la democracia a la educación, la salud, la vivienda, el trabajo y la alimentación. No hay democracia viable si la mitad de la población sobrevive en la miseria.

¿Hay competencia o complementariedad entre lo iberoamericano y lo interamericano? Pertenecemos a la comunidad internacional en la era de la globalización. Este simple (y complejo) hecho elimina al "panamericanismo" que era la máscara de la hegemonía norteamericana pero nos obliga a examinar con mucho mayor cuidado las relaciones entre nosotros y con el mundo. El avance fulgurante de las economías asiáticas está dejando a Latinoamérica, de nueva cuenta, en lo que Alfonso Reyes llamaba "el furgón de cola" de la civilización.

¿Cómo proyectar a Iberoamérica...

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