Carlos Fuentes/ Proyección de México

AutorCarlos Fuentes

Hace unos días, el Canciller Jorge Castañeda convocó a un grupo plural (Héctor Aguilar Camín, Carlos Slim, Henry Tricks, y el que firma) para discutir la "promoción e imagen de México en el exterior".

Recordé que cuando le presenté mis cartas credenciales como Embajador de México en Francia, el entonces Jefe del Estado, Valery Giscard d'Estaing, insistió en preguntarme, ¿con qué cartas cuenta México? Quels sont les atouts du Mexique?

El Presidente Giscard quería que le hablase de petróleo. Yo le hablé de la cultura como el as de la baraja mexicana. El insistió en el petróleo. Yo insistí en la cultura y le dije que más que ninguna otra nación, Francia debía comprender hasta qué punto su imagen exterior dependía más de Flaubert, de Monet y de Edith Piaf, que de sus excelentes quesos y vinos.

Quizás me equivocaba y un Proust es menos importante que un Pertus. Pero hoy sigo convencido de que nada proyecta mejor la imagen de México en el exterior que su cultura. Una cultura tres veces milenaria y provista de una riqueza y continuidad que contrasta con nuestros descalabros económicos y políticos.

De los anónimos constructores de Teotihuacan a la moderna arquitectura de Ricardo Legorreta, de la poesía de Netzahualcóyotl a la de Jaime Sabines, de los relatos del Chilam Balam a los de Juan Villoro, de los más antiguos cánticos mazatecos a la música de Mario Lavista, de la crónica de la conquista militar por Bernal Díaz a la crónica de la conquista social por Carlos Monsiváis, del testimonio de la ciudad colonial por Bernardo de Balbuena al testimonio de la ciudad moderna por Elena Poniatowska, existe una profunda, continua y vigente cultura mexicana.

Es una cultura, además abarcante. Todos los mexicanos, de una u otra manera, participamos de ella. Nada nos une, nada nos distingue más.

Sólo un mexicano pudo escribir "Pedro Páramo" o "El laberinto de la soledad".

Sólo un mexicano pide en Buenos Aires escocés con agua de Tehuacán y sólo un mexicano, cuando se interrumpe una película en un cine de París, grita "cácaro".

Sólo un mexicano dice "Qué onda", "Ai nos vidrios" o "Pa'su madre".

Sólo un mexicano come gusanos de maguey y no se aterra ante siete variedades de mole y novecientas de chile.

Sólo en México hasta los ateos creen en la Virgen de Guadalupe y hasta los creyentes acaban por creer que Juárez no debió de morir.

Sólo en México, sin embargo, la cristiandad sincrética se confunde con la sacralidad panteísta del huichol que ve a Dios en la mazorca, en el ave, en la lluvia.

Y sólo en México un intelectual tiene que demostrar que sabe más que un occidental y lo que sabe es México. Esto ha sido cierto de Sor Juana a Alfonso Reyes, que lo sabían todo sobre Europa...

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